«Peregrinos de esperanza para el Señor, en los hermanos»

Queridos hermanos y hermanas:

Mayo, mes de María, ha llegado cuando está vacante la Sede Apostólica, con las lágrimas y la oración por el papa Francisco rogando por su eterno descanso. Precisamente la peregrinación jubilar diocesana coincidió con su muerte y la capilla ardiente en la Basílica de San Pedro. Una experiencia que quedará grabada para siempre en el corazón de quienes peregrinamos con esperanza a Roma —del 21 al 24 de abril— e hicimos presente a nuestra diócesis de León en este acontecimiento histórico.

Las oraciones por el Cónclave para elegir Romano Pontífice llegan hasta la preparación y celebración de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y Jornada de Vocaciones Nativas. En España nos hacemos eco del Congreso de Vocaciones, comprometiéndonos a poner en marcha en las diócesis el servicio de pastoral vocacional para animar e impulsar la cultura vocacional y las vocaciones a las distintas formas de vida en nuestra Iglesia de comunión, participación y misión.

El papa Francisco nos dejó escrito su mensaje para esta 62.ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones con el título «Peregrinos de esperanza: el don de la vida». El Santo Padre Francisco nos dirige una invitación llena de alegría y aliento para ser peregrinos de esperanza entregando la vida con generosidad.

En el mensaje nos recuerda que la vocación es un don precioso que siembra Dios en el corazón, llamándonos a «salir de nosotros mismos para emprender un camino de amor y servicio». El papa Francisco resalta que es un signo de esperanza cada vocación, ya sea laical, al ministerio ordenado o a la vida consagrada.

El Servicio de Pastoral Vocacional de la Conferencia Episcopal Española ha elegido para esta Jornada el lema «Para el Señor, en los hermanos», dando respuesta al del Congreso de Vocaciones de febrero pasado: «¿Para quién soy?». En este año jubilar descubrimos la vocación como fuente de esperanza y, como peregrinos, estamos llamados a ser «para el Señor, en los hermanos».

Orar por las vocaciones es un acto de confiada y amorosa espera. Esta oración nos guía hacia una peregrinación interior, profunda y transformadora, para descubrir el gozo de dar la vida generosamente sin buscar ninguna recompensa. Una peregrinación que nos lleva a adorar al Señor en espíritu y en verdad, con la mediación de personas, lugares y tiempos a través de los cuales Dios toca y cambia el corazón.

Con el don precioso de la semilla vocacional que Dios siembra en cada corazón, emprendamos el camino sinodal de todas las vocaciones siendo —«para el Señor, en los hermanos»— peregrinos, testigos y signos de la esperanza que no defrauda, unidos en Cristo como los sarmientos a la vid.

Con mi afecto y bendición.

✠ Luis Ángel de las Heras, cmf
Obispo de León