La Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, ocasión para seguir trabajando en la Iglesia de León por “comunidades acogedoras”

  • Desde el Área de Migraciones y Movilidad Humana se organiza una eucaristía especial este próximo domingo día 24 a las 17:30 horas en la Capilla de Santa Nonia que estará presidida por el obispo Luis Ángel

La Iglesia de León se sumará este próximo domingo 24 de septiembre a la celebración de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado desde el lema ‘Libres para elegir si migrar o quedarse’ con una eucaristía especial a las 17:30 horas en la Capilla de Santa Nonia. El obispo Luis Ángel, que presidirá esta celebración, considera que “esta Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado nos pueden hacer entender la realidad de la migración; ojalá todo el mundo hubiera podido elegir si migrar o quedarse, y por eso este lema del domingo nos ayuda a buscar la libertad de las personas en el derecho a migrar o quedarse, como nuestras familias deberían haberlo tenido”. “Tenemos que trabajar para que nuestras comunidades sean más acogedoras, siempre tenemos que procurar se acogedores, porque si muchas personas se han visto forzadas a migrar, la respuesta cristiana tiene que ser la de la acogida, la de la integración, la de la promoción…” ha expresado el pastor diocesano, quien considera que “este modo de actuar con los migrantes ha de facilitar que se puedan sentir integrados en la sociedad a través de nuestras comunidades cristianas, y en eso debemos seguir trabajando y esa debe ser nuestra meta”.

Desde el Área de Migraciones y Movilidad Humana de la diócesis se remarca la importancia de esta jornada del domingo que desde la diócesis ya tuvo una actividad de preparación con la peregrinación que reunía a cincuenta personas migrantes vinculadas con distintas parroquias de la Diócesis los pasados días 9 y 10 de septiembre. Para el coordinador del Área de Migraciones, el padre Francisco Aller subraya que “entre todos hay que buscar un trabajo de ayuda para con esos hermanos que llegan forzados, para saberlos acoger, promover e integrar poco a poco en las comunidades cristianas de manera que se sientan uno más de la Iglesia y que sepamos aprovechar esa riqueza que Dios nos envía desde lejos para fortalecer y hacer más vivas nuestras comunidades cristianas”.