- Preside en la Catedral la eucaristía especial del Miércoles de Ceniza con la que ha comenzado en la Iglesia de León el Tiempo de Cuaresma
La Catedral acogía esta tarde la eucaristía del Miércoles de Ceniza que presidía el obispo de León, el padre Luis Ángel de las Heras, con la que ha comenzado en la Diócesis el Tiempo de Cuaresma y que incluía el simbólico rito de bendición e imposición de la ceniza. Una celebración con la que se ha abierto el camino cuaresmal con la invitación del pastor diocesano “a vivir una Cuaresma por amor”.
DESIERTO Y PRIMER AMOR
En un templo catedralicio en el que sobresalía el color morado de los ornamentos litúrgico del ‘tiempo fuerte’ que en esta jornada de ayuno y abstinencia ha comenzado, el obispo Luis Ángel ha querido recordar el mensaje del Papa Francisco para esta Cuaresma 2024 ‘A través del desierto Dios nos guía a la libertad’ en el que el pontífice señala que “la Cuaresma es el tiempo de gracia en el que el desierto vuelve a ser ―como anuncia el profeta Oseas― el lugar del primer amor”.
Y en esa clave de vivencia del amor ha situado el prelado legionense su homilía al señalar que “asociamos la Cuaresma a la conversión, al vuelco del corazón, y al desierto, y descubrimos que el desierto y el corazón están íntimamente unidos porque con la conversión lo que queremos es volver al primer amor. O lo que es lo mismo, enamorarse por primera vez de Dios o volverse a enamorar de Dios con la consecuencia de una entrega que tiende a la plenitud y nos guía a la libertad”.
Con la mirada puesta en “el deseo de celebrar la Pascua” el obispo de León insistió en que “una Cuaresma por amor nos compromete a vivir para los demás, al servicio de los hermanos, de tal modo que la oración, el ayuno y la limosna nos lleven siempre a ese desierto donde hallamos a Dios, que es la fuente inagotable del amor verdadero. Y eso es convertirnos al Señor, lento a la cólera y rico en amor para reconciliarnos con el Dios de la compasión, en este tiempo de Cuaresma que es tiempo de salvación por la misericordia del Señor”.
A partir del signo de la ceniza, el pastor legionense concluyó con una llamada a “recorrer el camino cuaresmal por amor, deseando cada vez más comer la comida pascual con el Señor Jesús, y que ese deseo aparezca en nuestra oración, motive nuestro ayuno y, por supuesto, nuestra limosna”.