2024 – San Francisco de Asís

«Revestirnos del Señor Jesús como san Francisco»

✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León

Hermanas, paz y bien. Hoy es un día para pedir al Espíritu Santo, que guio siempre a san Francisco, que abra vuestros corazones a su voluntad. Para ello, a ejemplo de san Francisco y santa Clara, hermanas, os invito a adoptar la actitud evangélica de las personas sencillas para revestiros del Señor Jesús.

Comenzad por la mirada del Señor en la cruz. Dejaos mirar por él en el momento en el que da la vida por nosotros y nos atrae a sí. Francisco lo experimentó en San Damián, rezando delante del crucifijo en el que Jesús no aparece muerto, sino vivo. Dice el papa Francisco que la sangre que desciende de las heridas de las manos, los pies y el costado, expresa vida. Jesús tiene los ojos abiertos, de par en par, con una mirada que habla al corazón. Y el Crucifijo no es signo de derrota, de fracaso; paradójicamente nos habla de una muerte que es vida, que genera vida; nos habla de amor porque es el Amor de Dios encarnado, y el Amor no muere, vence el mal y la muerte.

En segundo lugar, san Francisco da fe de que quien sigue a Cristo recibe la verdadera paz, aquella que sólo él, y no el mundo, nos puede dar y pasa a través del amor más grande, el de la Cruz. Es la paz que el Resucitado dio a los discípulos cuando se apareció en medio de ellos (cf. Jn 20,19.20). Es la paz de esta vida que habéis elegido para ser hermanas pobres de santa Clara.

En tercer lugar, san Francisco nos enseña el amor a toda la creación en el «Cántico de las criaturas». Más aún, nos enseña el amor por la armonía de la creación. Algo que es consecuencia de su mirada en la Cruz y de su paz.

Así Francisco nos inspira para orar con el corazón comprometido por el respeto a la creación; para que cesen los conflictos armados que ensangrientan la tierra, que callen las armas y en todas partes el odio ceda el puesto al amor, la ofensa al perdón y la discordia a la unión. El poverello de Asís nos hace escuchar el grito de los que lloran, sufren y mueren por la violencia, el terrorismo o la guerra, en Ucrania, en Tierra Santa, tan amada por él, en Siria, Líbano y todo el Oriente Medio. Pidamos por su intercesión en este tiempo de guerra, odio y destrucción que nuestro mundo alcance el don de la armonía, la paz y el respeto por la creación.

Recemos con san Francisco para que viváis una pobreza alegre y voluntaria escuchando hoy al Espíritu Santo. Hacedlo orando por vosotras y por todas las gentes:

«Te ruego, pues, Señor mío Jesucristo, Padre de toda misericordia, que no te acuerdes de nuestras ingratitudes, sino ten presente la inagotable clemencia que has manifestado en [estas Hermanas Clarisas Franciscanas Descalzas de León y en toda la humanidad, para que esta comunidad y el orbe entero] sean siempre lugar y morada de los que de veras te conocen y glorifican tu nombre, bendito y gloriosísimo, por los siglos de los siglos. Amén» (Cf. San Francisco de Asís, Espejo de perfección, 124: FF, 1824).