2024 – Ordenación diaconal de José Ramón Gago Bayón

«El grano de trigo que da mucho fruto»

✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León

Desde el seno materno el Señor nos elige y mantiene su fidelidad perpetuamente. A él le alabamos porque hace justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos, abre los ojos al ciego, sustenta al huérfano y a la viuda. Esta ordenación de diácono nos recuerda el cuidado amoroso de Dios con su pueblo.

José Ramón, el Señor te ha llamado y, con tu “sí”, te concede ahora el ministerio ordenado para ser servidor y testigo, como Esteban, diácono y primer mártir de Cristo; para continuar la lista de aquellos siete hombres de buena fama elegidos para el diaconado con el fin de que la palabra de Dios creciera y se multiplicara el número de discípulos. Para que, como decimos con motivo del Día de la Iglesia Diocesana, cada bautizado encuentre su propia respuesta vocacional, como tú estás haciendo poco a poco, y así edifiquemos, como granos que hacen el mismo pan, una Iglesia sinodal misionera.

La emoción y el gozo de tu ordenación diaconal son los tuyos, los de tu padre, libre de las fatigas de este mundo, los de tu madre en el hospital, pero muy presente aquí, los de tu familia y amigos, los de tus formadores, profesores, diáconos, presbíteros, compañeros y, por supuesto, son la emoción y el gozo de nuestra diócesis de León. Pero también se conmueven y alegran contigo los destinatarios de tu ministerio te conozcan ya o todavía no. Algunos han recibido el don de la fe y necesitan sostenerse y crecer por la Palabra y los sacramentos. Otros, con fe o sin ella, padecen miserias y esclavitudes y hay quienes no han experimentado la libertad de ser hijos de Dios.

Caminando con todos ellos, te comprometes hoy a seguir al Señor por la senda de quien se olvida de sí y muere como el grano de trigo para dar frutos insospechados adquiriendo la memoria imperecedera de la vida eterna. Hacia allí caminamos con la misión de anunciar y extender el reino nuevo en nuestra Diócesis de León, «reino de verdad y de vida; reino de santidad y gracia; reino de justicia, de amor y de paz» (cf. GS 39).

Que tu diaconado te haga samaritana y evangélicamente irrefrenable, desplegando tus cualidades según la gracia de Dios con una entrega ministerial que prepare tu llegada a la meta de la ordenación presbiteral.

Mientras caminas, profundiza en el don que recibes. Mira a Cristo, que «se ha hecho diácono de todos», como afirmó san Policarpo (cf. San Policarpo, Ad Phil. V,2). Luego ve y haz tú lo mismo, como grano de trigo movido a misericordia, como el buen samaritano; sé «diácono de todos» comenzando por los apaleados al borde del camino que hay en estos tiempos.

Oremos, hermanos y hermanas, por José Ramón, para que sea un hombre lleno del Espíritu Santo. Que el Espíritu le conceda audacia para servir a los hermanos con amor; predilección por los más humildes; fortaleza de corazón en su vida célibe y constancia para ser colaborador del obispo y de los presbíteros en la proclamación testimonial de Jesucristo, Palabra del Padre.

Amén.