«Recordad las maravillas que hizo el Señor»
✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León
Nos alegramos de celebrar aquí la Eucaristía, amigos y amigas, hermanos y hermanas. Somos más de mil. ¿Lo notáis? Se oye el silencio de más de mil.
Las lecturas que hemos escuchado hoy llaman nuestra atención para ser mejores personas y mejores cristianos en esta Cuaresma, camino de la Semana Santa y de la Pascua de Resurrección.
En primer lugar, debemos aprender que hemos de ser buenos hermanos, buenos amigos, no como los hermanos de José que le tienen envidia, lo echan a un pozo y finalmente lo venden a unos mercaderes por veinte monedas de plata. ¿Os suena la traición? ¿Por cuántas monedas vende Judas a Jesús?
Igualmente, los labradores del pasaje del Evangelio que hemos escuchado se vuelven avariciosos, se niegan a dar lo que debían y son capaces de matar para quedarse con lo que no es suyo. No respetan ni al hijo del dueño.
Es buen objetivo cuaresmal vencer cualquier envidia, avaricia, egoísmo y cualquier tentación de traicionar, porque todos somos hermanos e hijos a los que Dios ama infinitamente. ¿Cuánto nos ama Dios?
Que sintamos el amor de Dios y, en consecuencia, hagamos bien, nunca daño ni mal alguno a nadie.
¿De acuerdo?
Ahora pensad cada uno en la historia de José y de sus hermanos y en la historia de los labradores avariciosos y asesinos.
¿Cómo podéis dar la vuelta a estas dos historias para que tengan un final feliz sin traiciones ni muertes?
Pensadlo y pedid en vuestro interior a Dios que os inspire un buen final para cada historia.