«Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad» (Sal 39)
✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León
«Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad» (Sal 39). Cuando Dios toma la iniciativa de la Encarnación, nosotros ya reconocemos los comienzos de la Iglesia. Cada acción que realizamos desde entonces hasta hoy se remonta a este momento originario, al Verbo encarnado.
Pudiendo haber sido espectacular aquel momento de suma transcendencia, resulta un diálogo esencial y sencillo con María, de modo que la Palabra Eterna del Padre se hace persona humana en el tiempo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo» (Lc 1, 28). «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1, 38).
Hasta el día de hoy continúa el asombro creyente y agradecido ante este misterio inenarrable de generación en generación. Es la disposición que antecede al conocimiento de la verdad y lo posibilita.
Mirad a ver si un asombro tal podría ser uno de los “saberes básicos” para que los alumnos de religión adquirieran “competencias clave” que les ayudaran a progresar hacia un pleno desarrollo humano que ofrece y es la fe y la vida cristiana.
En este admirable coloquio Dios derrama su amor infinito con una expresión única e irrepetible: María es la “llena de gracia”. En el original griego es “κεχαριτωµενη” y en latín “gratia plena”, como está grabado en piedra en la torre sur de nuestra “Pulchra Leonina”.
Pero en esta fiesta de la Anunciación recordamos dos “Aquí estoy”, pues el salmo 39 que propone la liturgia de la Palabra, es interpretado por el autor de la carta a los Hebreos a la luz de la Encarnación de Cristo. Hemos escuchado: «Cuando Cristo entró en el mundo dijo: […] «Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad» (Hb 10, 5-7). Los dos forman un asombroso único “Amén” a la voluntad de Dios que nos salva.
Este “Amén”, por tanto, hermanos y hermanas, estamos invitados hoy a acogerlo nosotros también. Como profesores de religión laicos, consagrados, sacerdotes, estáis invitados a hacerlo vuestro, porque sois, como un solo cuerpo, “camino, docente, testigo”, como dice el lema de este encuentro.
Este “Amén” de Cristo y de María que inspira nuestro «Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad» (Sal 39), es un “Sí a la vida” en cada una de sus etapas, sobre todo cuando se torna frágil.
«Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad» (Sal 39), es un “Sí a la vida fraterna”, al caminar juntos, porque Dios forma un pueblo del camino como amigo y dueño de la vida humana, que ama infinitamente hasta hacerse carne nuestra.
Este Amén será nuestra divisa para caminar unidos donde necesiten conocer, como vuestros alumnos y alumnas, el amor infinito de Dios que restaura lo que está dañado y nos guía hacia la plenitud que buscamos y anhelamos todos los seres humanos.
Que en el banquete de la Eucaristía tomemos el alimento imprescindible para el camino de pueblo de comunidad fraterna, evangelización misionera y misión samaritana.
Que vuestra misión siendo cada uno y todos ”camino, docente, testigo” se alimente siempre con el único y admirable “Amén” de Cristo y de María que inspira luminosamente el nuestro.
Amén.