2022 – Misa Crismal

“Cercanía a todos en la hora de todos”

✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León

Es la hora de todos y en esta hora de todos, en este camino por una Iglesia sinodal, como santo pueblo fiel de Dios que peregrina en comunión, nos sentimos llamados a una cercanía singular que lleve gloria y alegría a los afligidos en lugar de las cenizas y el abatimiento que parecen dominar nuestro mundo (cf. Is 61,3).

Hace poco, el papa Francisco ha compartido cuatro actitudes que dan solidez a la persona del ministro ordenado y son columnas de la vida ministerial. Las ha denominado “cercanías”, porque siguen el estilo de Dios que siempre es cercano (cf Dt 4,7): cercanía al Señor, al obispo, entre los sacerdotes y al pueblo.

En esta celebración singular de la Misa Crismal en la que se expresa la comunión del presbiterio diocesano con el obispo en medio del pueblo de Dios, creo oportuno mencionar estas “cercanías” en clave de acción de gracias al Señor que se muestra cercano a nosotros y nos ayuda a ser igualmente cercanos.

Con la bendición de los óleos de los catecúmenos y los enfermos, la consagración del crisma y la renovación de las promesas sacerdotales actualizamos estas cercanías, comenzando por la de los pastores al pueblo de Dios que el Papa Francisco ve enriquecida con las otras tres. Lo cual nos exige desarrollar el estilo de cercanía del Señor, Dios encarnado, enviado y ungido con óleo de salvación. También nosotros hemos sido ungidos y enviados.

Nuestra unción y nuestras promesas nos configuran con Jesús como hombres cercanos de comunión que promueven la fraternidad sacramental —convencidos de que no es una utopía—, así como la pertenencia de los bautizados a la comunidad cristiana sin rivalidades ni exclusiones.

Hombres, por tanto, convencidos de una Iglesia sinodal que procuran la participación de laicos y consagrados y tratan a todos con el estilo de proximidad y acogida de Jesús; siempre dispuestos a sanar y perdonar sin dejarse llevar de prejuicios ni acepción de personas.

Hemos sido ungidos igualmente para ser hombres cercanos de misión evangelizadora que transmiten la fuerza del Espíritu a un pueblo que está llamado a ser signo de la irrupción del Reino de Dios en este mundo. En definitiva, hombres cercanos al Pueblo de Dios y al Señor en una misma pasión misionera abierta y dialogante con las gentes de estos tiempos.

Nuestra unción y nuestras promesas nos configuran así mismo con Jesús como hombres cercanos de misión samaritana, a imagen de quien es compasivo y misericordioso, capaz de caminar como buen samaritano.

Él reconoce las heridas de su pueblo —de la humanidad— y es enviado a ungirlas, sanarlas y proclamar un año de gracia como hemos escuchado en la lectura de Isaías y en el pasaje de Lucas.

Heridas que intentan disminuir toda esperanza y exigen pastores al estilo de Jesús, que sepan de compasión; con coraje para detenerse ante el caído y tender su mano; hombres contemplativos que en esa proximidad a sus gentes anuncien en medio de las llagas del mundo la fuerza operante de la Resurrección.

Hermanos y hermanas, como pueblo que ora unido con María, la Virgen del Camino, pidamos con el corazón agradecido por los ministros ordenados y los seminaristas.

Para que quienes hemos recibido esta vocación nos dejemos visitar por el Señor en la oración, en los hermanos de presbiterio y en los demás miembros del pueblo santo y fiel de Dios cultivando las cuatro cercanías.

Igualmente, oremos para que nos dejemos inquietar por el Buen Pastor de manera que se alteren nuestras rutinas, nos sacudamos las adherencias contrarias al ministerio y volvamos al amor primero.

El Señor nos mira con ternura y compasión y nos ofrece renovar y mantener vivo el ardor misionero siendo cercanos a Él, al obispo, a los hermanos de ordenación y al pueblo confiado en cada rincón de la diócesis —cada rincón es una joya de gran valor—, seguros de que el estilo de cercanía es el que quiere Dios para hacer realidad que es la hora de todos para la comunión fraterna, la evangelización misionera y la misión samaritana.

Que así sea. Amén. Amén.