2022 – XXXII Domingo Tiempo Ordinario

«50 años de PJV: historia de vida y esperanza»

✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León

Queridos hermanos y hermanas, la celebración eucarística recoge de la mejor manera posible para nosotros la acción de gracias por estos 50 años de Jornadas Nacionales de Pastoral Juvenil Vocacional.

Hay mucha vida y mucha esperanza en esta historia. Cada encuentro y cada persona consagrada, cada sacerdote y cada laico presente en estos encuentros, con sus ilusiones y decepciones, ha contribuido a construir una senda compartida de fidelidad creativa y de comunión misionera en CONFER. Un arroyo vivo que hoy llamamos “camino sinodal” y desemboca en el gran río que recorre toda la Iglesia. En esta jornada se celebra el día de la Iglesia diocesana, agradecidos por tantos dones.

Esto ha sido posible por el espíritu de gratuidad y entrega generosa que ha llenado la Pastoral Juvenil Vocacional como testimonio de que Cristo vivo es nuestra vida; la vida que queremos comunicar a través de la riqueza carismática en la Iglesia para la humanidad.

Ese espíritu de vida y esperanza es el que ha movido siempre a los mártires que van alegres al martirio con la esperanza de que Dios mismo los resucitará, como los Macabeos y como tantos mártires cristianos y consagrados. Entre nosotros tenemos grandes tesoros martiriales que, como sabéis, los jóvenes aprecian y admiran. El 6 de noviembre la Iglesia que peregrina en España hace memoria de los mártires del siglo XX.

Alentados por los mártires y por cuantos nos han precedido en estos encuentros, continuemos esta preciosa historia de Pastoral Juvenil Vocacional permaneciendo firmes en la esperanza, caminando juntos hacia la meta, dispuestos a correr hacia ella, lanzándonos hacia lo que está por delante (Cf. Flp 3,13). Así, nuestros corazones y los de muchos jóvenes estarán cada vez más cerca del amor de Dios y de la paciencia de Cristo (Cf. Tes 3,5).

Este horizonte que vislumbramos será más amplio y nítido cuanto más extendamos la experiencia de Cristo vivo, pues Dios es un Dios de vivos y no de muertos, con quien se encuentra el ser humano, también el joven.

Aunque en ti y en mí no se reconozcan los jóvenes, sabemos que “en Jesús todos los jóvenes pueden reconocerse” (ChV 31).

Jesucristo vivo y joven, la más hermosa juventud de este mundo, nos muestra el fundamento del futuro de nuestra misión compartida en la Pastoral Juvenil Vocacional: abandonarnos en las manos seguras del Padre y en la fuerza del Espíritu Santo para lanzarnos juntos y unidos hacia lo que está por delante (Cf. ChV 31).

Como afirma el papa Francisco en Christus vivit, el joven pone un pie delante del otro para caminar, dispuesto a irse, a partir, a seguir corriendo lanzado hacia adelante, con la suficiente locura para poderse autoengañar y la suficiente capacidad para poder curarse de la desilusión y el autoengaño (Cf. ChV 139).

Al mismo tiempo que los jóvenes están lanzados hacia el futuro, tienen un fuerte deseo de vivir el presente, lo que permite disfrutar de los pequeños regalos de cada día (Cf. ChV 144) que puede llevar a vivir una vida colmada de amor.

Si el papa Francisco ha pedido a los jóvenes que sean constructores de futuro, nosotros debemos sentirnos llamados a construirlo con ellos. No dejemos nunca a los jóvenes, como Cristo no les abandona jamás.

Que este sea nuestro compromiso: permanecer junto a ellos con entrega generosa y mirada comprensiva y alentadora para que conquisten el mundo como Cristo les llama a hacerlo: con las visiones. Eso sí, unas visiones con la garantía de estar arraigadas en los sueños de los mayores.

Siempre visiones de un mundo nuevo que alimenten el entusiasmo, hagan germinar sueños, susciten profecías, hagan florecer esperanzas (Cf. ChV 199), porque como vamos a celebrar en el misterio eucarístico a continuación, para Cristo vivo, todos estamos y queremos estar vivos (Cf. Lc 10,38).