2021 mayo – Dedicación de la iglesia-catedral

✠ Luis Ángel de las Heras, cmf
Obispo de León

Hermanos y hermanas, vosotros como piedras vivas formáis parte de la construcción de una casa espiritual, un lugar donde habite el Señor para siempre; un templo lleno de la gloria del Señor, que es la vida abundante del hombre por medio de Jesucristo.

En torno a Él edificamos un pueblo de Dios en camino, que nunca estará terminado en esta vida. Cristo es la piedra elegida y preciosa, honor para los creyentes, roca de choque para los duros de corazón.

El Señor sigue mostrándonos la senda, que es Él mismo, para que vayamos por Él al Padre en cuya casa de oración somos acogidos.

En la historia de la fe que peregrina en la diócesis de León, nos sumamos a la acción de gracias de siglos por la construcción y dedicación de esta iglesia-catedral, dando gloria a Dios con un espléndido edificio. Como muy bien alguien dijo, fuera o no san Juan XXIII cuando visitó León como patriarca de Venecia en 1954, en nuestra catedral hay más cristal que piedra, más luz que cristal y más fe que luz.

Con esta fe que prevalece sobre el cristal y la piedra, nos reconocemos pueblo adquirido por Dios que hoy continúa anunciando las proezas de quien nos ha sacado de las tinieblas para llevarnos a su luz maravillosa, para anunciar designios de gozo y no de aflicción.

Para ello queremos renovar nuestra fe en el templo del Cuerpo de Cristo, la Casa del Padre, lugar para adorar a Dios y entrar en comunión con los hermanos en espíritu y en verdad.

Templo vivo que derriba los muros de división y edifica la comunión eclesial en torno a Jesucristo, piedra angular. Las circunstancias que nos rodean nos llaman a un deber histórico de fraternidad universal, en el que la Iglesia se prodigue como madre y casa de puertas abiertas que reconforta en su acogida con rasgos maternales, al mismo tiempo que envía a sus hijos a dar la buena noticia y extender la fraternidad con los rasgos misioneros del Hijo enviado del Padre.

Tenemos la dulce tarea de edificar la Iglesia de este modo, ofreciendo la amistad y la fraternidad con la misma mente de Cristo, a todas aquellas personas que han experimentado la sed que esclaviza, a quienes han sido apaleados y necesitan ser levantados y curados, a quienes buscan a Dios Padre Misericordioso.

Edifiquemos nuestra Iglesia viva sobre la fe de quienes nos preceden en la diócesis de León para sentirnos enviados a recoger y sanar al herido, para acompañar la vida, sostener la esperanza, ser signo de unidad, tender puentes, abrir murallas, sembrar paz y reconciliación (cf. FT 276), de modo que alcancemos el gozo de «construir una gran familia donde todos podamos sentirnos en casa» (FT 62), como hijos de Dios y de la Iglesia y, por tanto, hermanos.

Busquemos unidos con María, Virgen del Camino, bien ensamblados en Cristo, el sueño de Dios que nos trae la salvación, la bienaventuranza que siempre ambicionamos y que, en situaciones adversas como las actuales, buscamos y pedimos con más anhelo que fuerza, con más esperanza que anhelo, con tanta fe como esperanza y amor.

Amén. Amén.