2021 febrero – Cuaresma 2021

«Creemos, esperamos, amamos»

✠ Luis Ángel de las Heras, cmf
Obispo de León

   Nos ponemos hoy en camino para subir a Jerusalén y celebrar la Pascua. Tomemos conciencia. Hemos sido invitados a asociarnos al sentido profundo de la misión de Jesús: cumplir la voluntad del Padre por medio de su pasión, muerte y resurrección.

   Renovar la fe, la esperanza y la caridad, como nos propone el papa Francisco en su mensaje cuaresmal, requiere una decisión libre y personal realizada en un camino comunitario, avanzando en la construcción de un nosotros eclesial. La ceniza de este miércoles nos tiene que hacer revisar a cada uno, en singular, cómo creo, cómo espero, cómo amo. Para pasar después a hacer realidad que creemos, esperamos y amamos en plural, en comunidad, en Iglesia sinodal.

   Así, como hermanos del pueblo de Dios en camino, comenzamos la subida a Jerusalén en este tiempo de pandemia, desazón y crispación, tiempo de desierto y de sed. La profecía de Joel nos invita a renovar nuestro interior —«rasgad vuestros corazones, no vuestros vestidos» (Jl 13)— confiando en Dios como necesitamos y Él quiere mostrarse —«un Dios compasivo y misericordioso lento a la cólera y rico en amor» (Jl 13)—, dispuesto a perdonar siempre a quien cambia su corazón e inspirador de quien perdona igual que ha sido perdonado.

   En este movimiento de amor, misericordia y reconciliación, abandonando cualquier enemistad —signo de esclavitud— para volver a la libertad de la amistad con Dios, los hermanos y la creación, viviremos la Cuaresma como un tiempo favorable que nos guía a asociarnos a la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Sublime ideal del que mana el “agua viva” de la esperanza para nuestros corazones sedientos.

   Nos ayudará a recorrer el camino cuaresmal estrenar un ayuno nuevo, una oración intensificada y una limosna según las necesidades del momento. La privación y la pobreza nos liberan y acercan a una mayor armonía interior y con todos los que habitamos la casa común dañada y enferma. La oración nos conduce a la Verdad del amor del Padre, la gracia del Señor Jesucristo y la comunión del Espíritu Santo que compartimos en fraternidad. La limosna nos sitúa al borde de los caminos atendiendo al hermano herido, como el hambriento con quien partir el pan o la persona sin hogar a quien acoger, nos dice el profeta Isaías (cf. Is 58,6).

   Caminemos a buen paso durante esta Cuaresma, tiempo favorable que nos brinda el Señor, para afianzar nuestra fe en Cristo vivo, que está siempre con nosotros; para beber el “agua viva” de la esperanza; para amar como ama el corazón misericordioso de Dios Padre. Amén.