10 de enero de 2021
El Bautismo que nos da vida nueva
✠ Luis Ángel de las Heras, cmf
Obispo de León
El Bautismo de Jesús cierra el Tiempo de Navidad con el mensaje de ser incorporados a una vida nueva. Un acontecimiento que nos tiene que llenar de gozo y dar mucho ánimo. Os invito a recordarlo en tres compases. El primero, el gesto de Jesús de acercarse al bautismo de Juan y la revelación como Hijo amado del Padre. El segundo, la vida nueva y misión que comienza para Jesús a partir de su bautismo. El tercero, la importancia y consecuencia de nuestro propio bautismo.
Comencemos por el primero. Cuando Jesús se acerca para ser bautizado, se pone al lado de los pecadores, de todos nosotros, confirmando lo que significa el misterio de la Encarnación: que está a nuestro lado, que es Dios con nosotros; que camina con nosotros; que ha querido correr nuestra suerte en todo menos en el pecado.
La gran acción de Jesús por la humanidad es ponerse enteramente de nuestra parte hasta dar la vida por todos manifestando que Dios es amor. El bautismo en el Jordán y el bautismo sobre la cruz enmarcan el camino de Jesús. Un camino que es confirmado por el Espíritu que baja hacia Él y por la voz del Padre que revela que es su Hijo amado.
No estamos dejados de la mano de Dios en ningún momento. No estamos solos nunca. Hagamos este acto de fe, que nos da fuerza y ánimo para proseguir el camino de la vida y nos recuerda que la salvación ya ha llegado y se nos ofrece para que la acojamos.
En segundo lugar, su bautismo marca el momento en el que Jesús toma conciencia de quién es y de su misión. A partir del bautismo, comienza otra vida.
¿Cómo es esta vida? Como conocemos por los evangelios y, particularmente, con un modo de ser que hemos escuchado en el texto de Isaías de la primera lectura de hoy, en el que se define al siervo elegido, el Hijo de Dios, con una forma de comportarse, de revelar y manifestar a todos el amor de Dios, su Padre: «No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará. Promoverá fielmente el derecho». Lo resume de otro modo el testimonio de Pedro que hemos escuchado en la lectura de los Hechos de los Apóstoles: “pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él”.
En tercer lugar, celebrando el bautismo de Jesús, hoy tenemos la oportunidad de agradecer y recordar la importancia de nuestro bautismo.
Como a Jesús, el bautismo nos da nuestra identidad y misión cristianas. Es el sacramento que nos hace hijos de Dios y marca nuestra vida, parar ir descubriendo quiénes somos y lo que estamos llamados a hacer como cristianos.
El bautismo nos hace hijos y herederos del reino en el Hijo amado. Es lo más grande que podemos ser y debemos pensarlo para darnos cuenta. Además, significa nuestra incorporación voluntaria a la comunidad cristiana, a la Iglesia, nuestro compromiso de ser discípulos misioneros de Jesús y vivir de acuerdo con su Evangelio. Significa tomar conciencia de que somos hijos e hijas de Dios, con un proyecto de amor suyo hacia nosotros y nuestro hacia Él y nuestros hermanos, especialmente hacia aquellos que no conocen a Dios, es decir, aquellos que no han conocido su amor, la mayor riqueza.
Demos gracias a Dios con gozo porque nos ha revelado a su Hijo Jesucristo con amor paterno y demos gracias al Señor por nuestro bautismo, que nos ha dado una vida nueva de hijos amados del Padre y hermanos en Cristo. AMÉN.