2021 abril – Testigos de la Luz

VIGILIA PASCUAL

✠ Luis Ángel de las Heras, cmf
Obispo de León

Verdaderamente Cristo ha resucitado, es la luz que brilla en las tinieblas y nos muestra las maravillas que Dios creó y bendijo.

Es motivo de alegría pascual sabernos obra de las manos del Creador, conocer que su misericordia llena la tierra renovándolo todo de principio a fin.

Es motivo de alegría y acción de gracias pascuales recordar que Dios ha guiado siempre a su pueblo, abriéndole paso en medio de la persecución y las dificultades que nos llevan a imaginar la separación de las aguas del mar rojo.

Es motivo de alegría y acción de gracias recordar que el Señor llega a sellar una alianza perpetua con nosotros por medio de Jesucristo. «La Alianza de los hombres con Dios —ha dicho un santo reciente—, significa adoración al Creador de todo, respeto a sus leyes, respeto a la naturaleza, justicia en el reparto de los bienes que Dios ha creado para todos, cuidado de la naturaleza» (San Óscar Romero).

Este cuidado de Dios desde siempre y la alianza con Él es lo que también ha experimentado Laia que hoy pide y recibirá los sacramentos del bautismo, la confirmación y la eucaristía, acompañada por su madre Clara, su madrina Soraya y su catequista Juan Ignacio.

Sintiéndonos pueblo elegido por Dios, hoy es día para cantar su victoria, para agradecerle sus proezas en medio de nosotros, para reconocer que perdona siempre nuestras infidelidades y nos sacia con sus bienes. A Él podemos acudir seguros y confiados para hacer coincidir nuestros planes con sus planes, renunciando a nuestra terquedad y dureza de corazón. Es la mejor manera de obtener fruto por nuestros esfuerzos, beber con gozo en las fuentes de la salvación y alcanzar una tierra de vivos y no de muertos.

Esta noche santa, hermanos, renovamos cuerpo y alma, con la dicha de entregarnos más generosamente al servicio de Dios y al anuncio de la vida nueva en Cristo. Sintámonos renacidos para que la buena noticia de la salvación que ha acontecido, se abra camino en medio del mal, de la pandemia y de todas las enfermedades, del dolor, del miedo, de la injusticia, de la violencia, del odio y de la muerte. Bautizados en Cristo, como Laia dentro de unos momentos, somos sepultados en Él en la muerte para resucitar como Él y andar en la vida nueva. Con toda certeza, como dice el apóstol Pablo, tendremos una resurrección como la de Jesucristo.

Esta noche, la renovación de nuestra fe pascual nos trae la alegría de que nuestras malas actitudes, nuestro pecado, nuestro hombre viejo ha sido crucificado con Cristo. Vivimos con el Resucitado para no dejarnos llevar del mal. Somos hombres y mujeres resucitados, llenos de vida, apasionados por Cristo vivo y por la humanidad. Creamos con firmeza que hemos muerto de una vez para siempre al pecado y estamos vivos para Dios en Cristo, más allá de la muerte corporal. Dejemos de torturarnos pensando quién nos moverá las pesadas losas que tememos nos impidan tener vida, amar, encontrarnos con el Señor y con los hermanos. Dios ha retirado todas las losas, hasta la más pesada, la de la muerte. Hemos sido liberados para superar toda dificultad y caminar libres, como hermanos en Cristo hacia la fraternidad universal.

Nada nos impide buscar al Crucificado que está vivo, nos sale al encuentro, nos renueva y nos hace más hermanos. La alegría de la resurrección nos impulsa a anunciar al Dios de vivos para contagiar el gozo que palpita en nuestro corazón creyente. Cristo vivo es luz que brilla y disipa las tinieblas y toda división. Venzamos cualquier duda para experimentarnos personas nuevas y fraternas, que viven en la luz de Cristo resucitado y son testigos de su luz para vivir la Pascua y una Pascua de fraternidad.