2020 diciembre – Solemnidad de la Natividad del Señor

25 de diciembre de 2020
¡Somos palabras en la Palabra del Padre!

 Luis Ángel de las Heras, cmf 

Obispo de León

 Feliz Día de Navidad en el que celebramos que Dios Padre se ha revelado por medio de su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley.

Queridos hermanos y hermanas: acercarse hoy a celebrar la eucaristía nos proporciona la alegría de quien corre sobre los montes proclamando la paz, anunciando la buena noticia, pregonando la justicia, cuando el Señor ha consolado a su pueblo y hasta de las ruinas se pueden elevar cantos de victoria, de tal modo que los confines de la tierra, en todas sus periferias, contemplen la salvación que nos ha nacido.

Los cantos alejan el llanto y el luto que, sin darnos tregua, se ha instalado en nuestro mundo. El acontecimiento que celebramos en la Navidad es Palabra de Dios. No una palabra más como en otras ocasiones, y de muchas maneras, cuando Dios habló a los profetas y a otros elegidos. Este es su verbo todopoderoso, claro, fuerte, grande, firme: Jesucristo, el Hijo unigénito, Palabra eterna del Padre, mostrado en la vulnerabilidad humana de un recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre, porque no había sitio en la posada.

Esta palabra que anuncia la salvación de la humanidad en pobre portal, existía desde el principio, junto a Dios, como vida que era luz para todos los hombres. Luz que brilla en la tiniebla y que la tiniebla ofendida, obstinada, indiferente, no recibe y prefiere seguir malviviendo antes que acoger la vida abundante que viene de Dios.

Oremos y luchemos para que vayan desapareciendo las actividades de las tinieblas, comenzando por nuestro corazón, para abrirnos a la luz admirable de Dios que desplaza al mal y hace que resplandezca el bien. Así seremos hijos en el Hijo, Palabra eterna del Padre.

Decía anoche el papa Francisco, en la vigilia de esta Navidad:

«El Hijo de Dios, el bendito por naturaleza, viene a hacernos hijos bendecidos por gracia. Sí, Dios viene al mundo como hijo para hacernos hijos de Dios. ¡Qué regalo tan maravilloso! Hoy Dios nos asombra y nos dice a cada uno: “Tú eres una maravilla”. Hermana, hermano, no te desanimes. ¿Estás tentado de sentirte fuera de lugar? Dios te dice: “No, ¡tú eres mi hijo!”. ¿Tienes la sensación de no lograrlo, miedo de no estar a la altura, temor de no salir del túnel de la prueba? Dios te dice: “Ten valor, yo estoy contigo”. No te lo dice con palabras, sino haciéndose hijo como tú y por ti, para recordarte cuál es el punto de partida para que empieces de nuevo: reconocerte como hijo de Dios, como hija de Dios».

En medio de esta circunstancia que nos aflige, cualquiera que sea la situación de cada persona, alegrémonos y sintámonos hijos e hijas de Dios en su Hijo recién nacido. Démonos cuenta de que cada uno de nosotros y, por tanto, cada hermano y hermana de al lado y de lejos, somos una palabra pronunciada por la misericordia y el amor del Padre, contenidas todas en su Palabra eterna, Jesucristo. Tenemos motivos para decir: ¡Feliz Navidad, queridos hermanos y hermanas!