2022 – Solemnidad del Apóstol Santiago

Cáliz de camino, verdad y vida

✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León

Hermanos y hermanas, celebramos hoy una gran fiesta de la fe en la solemnidad del Apóstol Santiago, cuyo cuerpo, según la tradición, fue trasladado desde Jope hasta Galicia. El año 813 un ermitaño vio brillar una estrella en Iría. Un meteorito cayó señalando el lugar, denominándosele «campo da estela», Compostela. Tenemos un recuerdo especial para todos los peregrinos que buscan en el camino a Compostela, ese encuentro personal con Dios y con ellos mismos. Muchos piden en este templo la bendición para el camino.

En esta festividad iniciamos el año de la conmemoración de los 875 años de la fundación de la Real e Imperial Cofradía del Milagroso Pendón de san Isidoro.

También se han cumplido este año, el 25 de abril, los 300 años de la proclamación de Doctor de la Iglesia de san Isidoro, santo protector de vuestra cofradía y modelo de vida, espiritualidad y misión para todos los cristianos.

El Apóstol Santiago, Amigo del Señor, se muestra dispuesto a beber el cáliz de Jesús y termina bebiéndolo hasta el último sorbo de entrega, hasta la muerte por Cristo. Bebe el cáliz de camino, verdad y vida. Colma así su vida de hondura y sentido que se proyecta hasta el presente. Lo demuestran nuestras búsquedas y los peregrinos del Camino de Santiago, que atraviesan nuestras tierras buscando una vida plena y pidiendo la bendición de Dios para lograrlo realizando un buen camino. No dejemos de orar y desear “buen camino”.

Los 875 años que hoy nos contemplan nos invitan a dar testimonio de Cristo Vivo y servidor, sabiendo que llevamos un tesoro en vasijas de barro. Vasijas que manifiestan que cualquier victoria, don y gracia vienen de Dios. Vuestra cofradía a lo largo de la historia, como esta Colegiata de San Isidoro, son y deben ser cada vez más expresión de esta certeza que proclama san Pablo. Es decir, un claro testimonio de fe, esperanza y caridad con obras y con palabras, en nombre del Crucificado Resucitado.

Desde luego, el paso de los siglos nos descubre cómo obedecer a Dios antes que a los hombres para encontrar el camino de la vida nueva y eterna, Jesús. Las victorias de las empresas humanas no son nada comparadas con la gran obra de la salvación que Dios ha realizado en Cristo. La humanidad dividida y enfrentada en contiendas sin término; la debilidad de los seres humanos víctimas de enfermedades, la fuerza destructoria de la naturaleza, pesares y esclavitudes; la lucha continua por preservar y defender la vida —y una vida digna— desde la concepción hasta la muerte natural, siguen siendo desafíos para hacer que nuestras existencias sean lo más parecido posible a Cristo, camino, verdad y vida.

La historia nos enseña que no podemos permanecer impasibles ni indiferentes, sino que debemos avanzar juntos para estar cada vez más cerca del Reino de Dios, para cambiar nuestro corazón respondiendo a la llamada de Jesús que, colgado del madero santo, nos da las mayores lecciones de vida, amor y esperanza.

A veces perdemos el rumbo pensando qué puesto nos concederá el Señor. Y queremos ya aquí en la tierra ir consiguiendo un lugar de honor y gloria. Pues si hay una seguridad para alcanzar el mejor puesto, ciertamente la podemos poner en práctica: «el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos» (Mt 20,28). Tomemos los últimos puestos. Aquí y en el Reino son los mejores puestos. Amén.