Queridos hermanos sacerdotes:
Un saludo cordial en Cristo, el Buen Pastor, y en la Virgen del Camino que nos guarda en su Inmaculado Corazón. Confío que os encontréis bien.
Cuando se cumple un mes del inicio de mi ministerio episcopal en esta querida Iglesia que peregrina en León, me dirijo a vosotros con el ánimo y el gozo que he recibido del Señor, agradecido por vuestra espléndida acogida fraterna durante este tiempo.
En medio de la situación dolorosa que vive nuestro mundo, firmes en la esperanza desde la oración y la solidaridad con todos, especialmente con los más afectados por el COVID-19 y sus consecuencias, damos gracias a Dios que camina con nosotros y cumple sus promesas. La paz y la alegría interior que el Señor nos regala, nos ayudan en estos momentos y son un don para compartir con los demás generosamente.
Como os podéis imaginar, estoy viviendo unas jornadas intensas conociendo personas, instituciones, comunidades y otras realidades de la diócesis, con los límites y las precauciones que impone la grave situación sanitaria. Hay mucha vida en la diócesis de León.
Ya he mantenido algunos encuentros personales con algunos sacerdotes que estáis en activo y continuaré haciéndolo con todos, tardemos lo que tardemos. Tened, por favor, paciencia. Os iremos llamando, además de que vosotros podéis llamarme siempre que queráis y, desde luego, cuando lo necesitéis. Estoy a vuestra entera disposición. Como dije el 21 de diciembre a quienes estuvisteis en la formación permanente y, después, a los que residís en la casa sacerdotal, me ofrezco como padre, amigo y hermano a cada uno de vosotros.
Tenemos serios desafíos que conocéis bien y que no se pueden afrontar solo con una visión humana, sino que hace falta poner fe, esperanza y caridad para responder guiados por el Espíritu, iniciando buenos procesos de discernimiento. No nos dejemos llevar por ningún desaliento y seamos testigos luminosos de la esperanza en Cristo Jesús.
Aprovecho la ocasión para comunicaros que cada uno iréis recibiendo los dos volúmenes con los escritos pastorales y las homilías de Mons. Julián López Martín, nuestro obispo emérito. Estas obras constituyen un sentido homenaje de nuestra Iglesia particular de León a la entrega del que ha sido su obispo y pastor durante dieciocho años en los que, como él dice, ha sido muy feliz. Testimonian su fe, su reconocida y valiosa contribución teológico-litúrgica, su solicitud pastoral y su magisterio episcopal. Considerad este obsequio como un gesto de fraternidad sacerdotal y de reconocimiento agradecido a la entrega ministerial de D. Julián.
Hasta que nos encontremos personalmente, recibid un afectuoso saludo en comunión de oraciones por cada uno de vosotros igual que oráis por mí.
✠ Luis Ángel de las Heras Berzal, cmf
Obispo de León