«Vida consagrada y sinodalidad»

Queridos hermanos y hermanas:

El 2 de febrero la Iglesia celebra la Jornada Mundial de la Vida Consagrada. Una Jornada que fue instituida por san Juan Pablo II para que todo el pueblo de Dios profundizara, año tras año, en el conocimiento y aprecio de este don para la Iglesia y para el mundo, en su gran variedad de modos y carismas fruto de la escucha del Espíritu Santo y de los hermanos.

En España, en esta ocasión, el lema elegido para este día es «Aquí estoy, Señor, hágase tu voluntad». La entrega a Dios y a la humanidad lleva a cada persona consagrada a vivir y pronunciar estas palabras personal y comunitariamente, como una síntesis de su especial consagración a través de los votos de castidad, pobreza y obediencia.

La profecía que siempre debe estar presente en las personas consagradas se trasluce en estos tiempos en el compromiso de caminar juntos con el resto del pueblo de Dios edificando “Una Iglesia sinodal en misión”. La vida consagrada es un modo de vida en el que resulta afortunadamente ineludible buscar, hallar, aceptar y cumplir la voluntad de Dios con los hermanos. En consecuencia, la vida consagrada ha de compartir ese modo de ser y obrar con el resto de bautizados en el envío misionero de comunión fraterna y sinodal que hoy exige tantos esfuerzos y suscita tantos anhelos.

Jesucristo cumple perfectamente la voluntad del Padre. Su camino es nuestro camino y, por consiguiente, la disposición que expresa cada persona consagrada que ora al Señor diciendo “¡Aquí estoy!” y cada comunidad que le dice “¡Aquí estamos!” está proclamando la sincera promesa profética de buscar, hallar, aceptar y cumplir la voluntad del Padre como lo hizo el Hijo. Este es un modo extraordinario de entender y practicar la sinodalidad que nos ofrece la vida consagrada a todos.

Como afirma el documento síntesis de la Asamblea Sinodal de octubre pasado, miremos «con atención y gratitud las experimentadas prácticas de vida sinodal y de discernimiento en común que las comunidades de vida consagrada han madurado durante siglos. También de ellas podemos aprender la sabiduría de caminar juntos […] para renovar estructuras, repensar los estilos de vida, poner en marcha formas nuevas de servicio y de cercanía a los pobres» (“Una Iglesia sinodal en misión”, n.10.b).

Todos los miembros del pueblo de Dios podemos aprender, unos de otros, a caminar juntos desde diversas experiencias sinodales, al mismo tiempo que nos proponemos superar aquello que nos impide ser y obrar de este modo en la Iglesia.

Miremos y aprendamos de la vida consagrada las prácticas de vida sinodal y discernimiento comunitario que acumulan siglos de experiencia. Miremos y aprendamos la sabiduría de caminar juntos, las conversaciones en el Espíritu, las estrategias para renovar estructuras y estilos, la capacidad de poner en marcha nuevos proyectos y estar siempre cerca de los pobres. Demos gracias a Dios por cada persona llamada a la vida consagrada y por cada comunidad.

Felicito a todos los diocesanos de León por el inmenso don de la vida consagrada en nuestra diócesis. Nos ha de ayudar a crecer sinodalmente para caminar juntos buscando, hallando y aceptando la voluntad del Padre como discípulos misioneros de su Hijo Jesucristo. Aquí estamos, Señor, como Iglesia diocesana de León, para hacer tu voluntad.

Con mi afecto y bendición.

✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León