«Reír y sonreír en Pascua»

Queridos hermanos y hermanas:

Que la alegría pascual viva en vuestros corazones. En este tiempo de Pascua quisiera invitaros a experimentar y contagiar esta alegría. Por tanto, exhortaros a vivirla siendo “misioneros de la alegría”. La mañana de Resurrección, con emoción y gozo por el encuentro entre Cristo Resucitado y su madre, la Virgen de la Alegría brilló desde la Plaza de Regla ante la Catedral hasta el último rincón de la Diócesis.

La alegría pascual está llamada a quedarse entre nosotros. Nos lo propusimos a comienzo de curso, dándonos cuenta de que vivimos “Junto a los ríos de la alegría”, y lo renovamos ahora en el Tiempo Pascual, esperando un nuevo Pentecostés. No puede ser de otro modo, puesto que somos testigos del núcleo de la fe cristiana que acabamos de celebrar: Jesús ha muerto por amor para salvarnos y Dios lo ha resucitado. Esto es motivo de inmensa alegría.

Nuestro testimonio de la Resurrección nos lleva a ser personas que propaguen esperanza con nuestro modo de saludar, acoger, amar, responder, despedir a alguien. También con nuestro modo de reír y sonreír. Sin descuidar ninguna de las formas de ser testigos de la Resurrección, os animo a practicar, subrayar y propagar la risa y la sonrisa pascual.

Podemos descubrir en los ríos, arroyos y regueros que fluyen por nuestras tierras la alegría de la Creación y hasta los aleluyas del agua cantarina de las cascadas. Igualmente, podemos encontrar el gozo en los dichos del Resucitado. El cardenal Ratzinger escribió en su libro Imágenes de la esperanza (1998) que las palabras del Resucitado llevan en sí la alegría. Más aún, encierran «la sonrisa de la liberación», asegurando que reiremos cuando un día lleguemos a ver el «todo». Nos recuerda también que hubo un tiempo en el que “la risa pascual” formaba parte de la liturgia. La homilía debía contener una narración que suscitase la risa de modo que la iglesia retumbase con las carcajadas. Aunque Ratzinger comenta que esa puede ser una forma superficial de alegría cristiana, reconoce que es algo «bello y justo el hecho de que la risa se hubiese convertido en un símbolo litúrgico». La Pascua de Resurrección nos da la seguridad de que nuestra aflicción se convierte en alegría (cf. Jn 16,20).

En esta segunda quincena de abril, con la riqueza de la alegría pascual, vivamos el comienzo de la Visita Pastoral al Arciprestazgo de San Marcelo y la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y Vocaciones Nativas, creciendo como “misioneros de la alegría” que caminan juntos.

“Junto a los ríos de la alegría” en estas montañas, valles y riberas de León, seamos personas capaces de reír y sonreír como testigos de la Resurrección y, desde el fondo del corazón, seamos hombres y mujeres de sonrisa abierta, porque Dios nos ha dado y nos da motivo de alegre sonrisa. Quien lo descubra como nosotros, sonreirá y reirá con nosotros.

Con mi afecto y bendición.

✠ Luis Ángel de las Heras, cmf
Obispo de León