Queridos hermanos y hermanas:
Nos preparamos para celebrar Pentecostés el próximo 28 de mayo, Día de la Acción Católica y Apostolado Seglar con el lema «Juntos anunciamos lo que vivimos». Anunciar lo que vivimos es caminar sin detenernos y hacerlo juntos es la mejor disposición para abrirnos a un Pentecostés sinodal. El Espíritu Santo continúa impulsando a los bautizados en la Iglesia para que lleguemos a transmitir el mensaje pascual, el anuncio explícito de Cristo vivo, con obras y palabras que lleguen a todo el mundo.
Con el deseo de escuchar y discernir las inspiraciones del Espíritu que habla en medio del pueblo de Dios en camino, os invito a tener presente el ‘Dosier final’ de la Asamblea Continental Europea del Sínodo 2021-2024, celebrada en Praga del 5 al 12 de febrero pasado. Hemos de pedirle al Señor que aumente nuestra fe —o que empecemos a creer— en este acontecimiento, nuevo Pentecostés, que estamos viviendo en la Iglesia universal, con la esperanza de experimentarlo vivamente con y en la Iglesia que peregrina en Europa, en España y en la diócesis de León.
En esta perspectiva, estamos urgidos a adoptar un espíritu sinodal que viene del Espíritu del Señor para ser y obrar mejor como bautizados y enviados en una Iglesia de comunión fraterna, evangelización misionera y misión samaritana. Por ello, destaco las nueve prioridades que señala el “Dosier final de la Asamblea Continental Europea” en el apartado de “Consideraciones finales”, que constituye una especie de resumen ejecutivo del “Documento final”. Os invito a leerlas, con toda su riqueza. Para animaros a hacerlo os comento aquí algunas de las cuestiones que se plantean.
El documento recuerda que vamos desentrañando la sinodalidad que forma parte de la naturaleza de la Iglesia, aunque todavía hay mucho camino que recorrer. No podemos dejar como algo opcional la vivencia de la sinodalidad, teniendo en cuenta que sínodo ha sido y es siempre nombre de Iglesia. Se habla también de la necesidad de comprender y asimilar una “Iglesia completamente ministerial”, de ministerios ordenados y no ordenados que deben estar en relación de comunión con los carismas. Esto exige cuidar unas buenas y fluidas relaciones entre todos los miembros de las diversas formas de vida cristiana en la Iglesia, con el debido conocimiento mutuo, el respeto y el aprecio de las diferencias.
Por otra parte, se afirma que este proceso eclesial nos lleva a desarrollar un modo sinodal de ejercer el servicio de la autoridad. Para ello habría que superar personalismos, compartir responsabilidades, ejercitar más el acompañamiento y buscar un servicio de autoridad colegiado, con actitud de discernimiento y salvaguardando la unidad. Otra cuestión que se viene repitiendo con frecuencia es que hemos de tomar decisiones valientes sobre una mayor implicación de los laicos y las mujeres dentro de la Iglesia a todos los niveles.
Podemos profundizar en estas y en otras prioridades leyendo las “Consideraciones finales” o todo el “Documento final” y compartiendo su contenido en grupo. Pero, sobre todo, agradezcamos al Señor la experiencia de sinodalidad que tiene ya dimensión continental y abramos nuestros corazones para vivir un Pentecostés sinodal.
Con mi afecto y bendición.
✠ Luis Ángel de las Heras, cmf
Obispo de León