«Padre, envíanos pastores misioneros»

Queridos hermanos y hermanas:

El nuevo plan de formación para los seminarios mayores de España, aprobado en 2019, lleva por título “Formar pastores misioneros”. En sintonía con el lema del Día del Seminario para este año 2024, convertimos dicho título en una súplica ardiente a Dios nuestro Señor y le decimos confiados y serenos: «Padre, envíanos pastores misioneros».

El Señor sabe que necesitamos «pastores misioneros». Quizá nosotros tengamos que reflexionar en qué medida somos conscientes de ello y si estamos dispuestos a orar, promover, acompañar y cuidar las vocaciones al sacerdocio ministerial, de modo que los llamados lleguen a ser con ayuda de todos «pastores misioneros».

El Buen Pastor, que contempla la humanidad con la mirada misericordiosa y compasiva del Padre, representa una bella imagen y modelo eficaz a la hora de llevar adelante nuestra reflexión, oración, promoción, y nuestro acompañamiento y cuidado de quienes reciben la llamada al presbiterado en nuestra comunidad diocesana.

El Día del Seminario debe estimularnos a vivir en cercanía con nuestros seminaristas y sacerdotes. Del mismo modo que nos damos cuenta del bien que nos hacen cuando están presentes en nuestras vidas, debemos ser conscientes de lo importante que es para ellos la compañía de las personas laicas y consagradas. Para compartir con ellos temores y esperanzas, para ayudarles a ser imagen viva de Jesucristo, para recordarles la urgencia de buscar la oveja perdida con la caridad propia del buen pastor que da la vida por sus ovejas, por su comunidad, por quienes, a imagen del Señor, nunca llamará siervos, sino amigos.

Todo el pueblo de Dios fraterno, sinodal, misionero y samaritano contribuye por diversos cauces a configurar el modo de ser y obrar de los presbíteros que entregan su vida a través de su ministerio pastoral. Es tarea común la de construir una Iglesia en la que prime la actitud del lavatorio de los pies. Una Iglesia en que los sacerdotes aprendan desde el primer momento de su formación a dejarse lavar por el Maestro para convertirse en puente de comunión y camino abierto, nunca en muros ni obstáculos en el encuentro de todos con Jesucristo.

Por consiguiente, el Día del Seminario suscita en la diócesis una súplica ardiente que queremos hacer de manera sostenida por toda la comunidad diocesana de modo que oremos, promovamos, acompañemos y cuidemos a los nuevos y veteranos «pastores misioneros».

Buscamos y necesitamos que se acerquen a los cansados y agobiados, que enseñen a los sedientos de la Palabra bebiendo de las Escrituras, que partan el Pan de la Eucaristía que alimenta y fortalece a los débiles, que profeticen con libertad para denunciar los peligros que acechan a la humanidad, que faciliten en quienes encuentren una alegría parecida a la que Isabel experimentó cuando la criatura saltó de gozo en su vientre al oír la voz de María.

Actualicemos nuestro agradecimiento y responsabilidad con la vocación presbiteral en este Día del seminario. Y que nuestra súplica ardiente al Dueño de la mies fecunde nuestra vida eclesial y fortalezca nuestra esperanza, porque el Señor cuida incansablemente de su pueblo y no dejará de enviarnos «pastores misioneros».

Con mi afecto y bendición.

✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León