«No temas, pequeño rebaño. Cristo ha resucitado»

Queridos hermanos y hermanas:

¡Feliz Pascua de Resurrección!

Verdaderamente Cristo ha resucitado. Renovar nuestra fe en este misterio insondable que nos envuelve y atrae ha de ser fuente de vida, amor y esperanza: «¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza!» (Secuencia del Domingo de Resurrección).

Como Pedro y Juan corriendo hacia el sepulcro tras el anuncio de María Magdalena; como los dos de Emaús, con dudas, pero dejando que ardiera su corazón; como los discípulos temerosos que se alegran al ver a Jesús; como Tomás, metiendo los dedos y la mano en las llagas del Señor Resucitado, nosotros hemos recibido el don de la fe en Jesús, el Cristo, muerto en la Cruz. Y decimos confiados: “Ha resucitado”.

Confesar la Resurrección de Jesús es un motivo poderoso para deshacer nuestros miedos, para recordar que Dios ama a los pequeños y a los caídos, y para escuchar de boca del Crucificado-Resucitado, confiados y esperanzados, de forma siempre nueva y alentadora: «No temas, pequeño rebaño» (Lc 12,32).

Experimentar la fortaleza que procura el Resucitado es uno de los misterios que sólo es revelado a los pequeños. Un don destinado a aliviar a los cansados y agobiados por quien transmite sosiego y alegría. Porque Él es manso y humilde de corazón, su yugo es llevadero y su carga ligera (cf. Mt 11,25-30).

Nuestra fortaleza se funda en el Resucitado que apacienta un «pequeño rebaño», una pequeña comunidad de «comunión fraterna» que edifica la belleza de la unidad y quiere “facilitar encuentros fraternos” para decir sí a las relaciones nuevas que genera Jesucristo. Como dice el papa Francisco: «También allí donde son un “pequeño rebaño” (Lc 12,32), los discípulos del Señor son llamados a vivir como comunidad que sea sal de la tierra y luz del mundo (cf. Mt 5,13-16)» (EG 92).

Nuestra fortaleza se funda en el Resucitado que apacienta un «pequeño rebaño», una pequeña comunidad de «evangelización misionera» que vive atenta al Espíritu Santo para no evangelizar en solitario y experimentar la fuerza del nosotros evangelizador. Nos envía el Resucitado para «evangelizar en primer anuncio» en nuestra diócesis «como quien comparte una alegría, señala un horizonte bello, ofrece un banquete deseable» (EG 14).

Nuestra fortaleza se funda en el Resucitado que apacienta un «pequeño rebaño», una pequeña comunidad de «misión samaritana» que comparte su pequeñez como Iglesia pobre cercana a los pobres, que quiere ser lugar para la misericordia gratuita (cf. EG 114) «impulsando la relación de ayuda que dignifique». Para que en nuestras comunidades «todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado y alentado a vivir según la vida buena del Evangelio» (EG 114).

Que nuestra felicitación pascual sea portadora de una invitación a los hermanos para desterrar el temor y caminar como pueblo unido y esperanzado. Que nuestro deseo de «¡Feliz Pascua de Resurrección!» sea una palabra sencilla de alegría pronunciada por quien se sabe pequeño y se quiere hacer como un niño para caminar por la senda del Reino Eterno. «No temas, pequeño rebaño. Cristo ha resucitado».

Con mi afecto y bendición.

✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León