Queridos hermanos y hermanas:
Hemos celebrado la XXXIII Jornada Mundial del Enfermo, para la que el papa Francisco ha escrito un mensaje titulado «”La esperanza no defrauda” (Rom 5,5) y nos hace fuertes en la tribulación». Con esta Jornada hemos iniciado en España la Campaña del Enfermo de 2025 bajo el lema «En Esperanza fuimos salvados» (Rom 8,24), que concluirá el domingo 25 de mayo con la Pascua del Enfermo.
El Año Jubilar nos lleva a ser «peregrinos de esperanza», acogiendo la predicación del apóstol Pablo, que nos da aliento cuando dice «La esperanza no defrauda» (Rom 5,5); y, más aún, como afirma el Papa, nos hace fuertes en la tribulación.
El sufrimiento, particularmente el que se padece en torno a la enfermedad propia y de otros, más aún si son seres queridos, nos lleva a buscar a Dios, el único capaz de liberarnos de las garras del dolor, darnos el consuelo de la esperanza y fortalecernos. El Papa nos invita a experimentar la presencia de Dios cerca de quien sufre bajo tres aspectos: el encuentro, el don y el compartir.
La enfermedad puede ser una oportunidad de encuentro con el Señor. Se entrelazan la fragilidad humana con la cercanía y compasión de Dios. Jesús ha compartido nuestros sufrimientos y nos ha mostrado al Padre compasivo y misericordioso. El encuentro con Dios en la enfermedad nos lleva a aferrarnos a una roca inquebrantable para no sucumbir. Y nos trasforma.
El segundo aspecto sobre el que reflexiona el Papa es el don. En medio del dolor percibimos con nitidez que toda esperanza viene de Dios y hemos de descubrir que nos engrandece acoger, agradecer y cultivar este don.
Por último, comenta el papa Francisco el aspecto del compartir. Menciona los lugares donde se sufre como espacios de enriquecimiento y de intercambio. Así, por ejemplo, junto a un enfermo se aprende a esperar, cerca de quien sufre se aprende a creer, inclinándose ante el necesitado se descubre el amor, afirma el Santo Padre en su mensaje.
Por eso, bendecimos al Señor «que nos consuela en cualquier tribulación nuestra hasta el punto de poder consolar nosotros a los demás en cualquier lucha, mediante el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios» (2 Cor 1,4). Resulta esperanzador compartir el consuelo y la fortaleza que recibimos de Dios para llevárselo a quienes viven atribulados.
Acojamos y vivamos la Campaña del Enfermo como una bocanada de esperanza en medio de situaciones humanamente desesperanzadas, con todo tipo de aflicción y sin sentido. Nos ayudará a humanizar y, por tanto, llenar de esperanza, la atención a los enfermos y sus familiares y el trabajo admirable de los profesionales de la salud, responsables y trabajadores sanitarios, cuidadores, voluntarios, capellanes, sacerdotes, diáconos, laicos y quienes de tantas maneras confluyen en esta misión que nos requiere ser «misioneros de esperanza en la enfermedad».
Con mi afecto y bendición.
✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León