Misa Crismal 2022

  • El obispo anima al presbiterio diocesano a poner en práctica las ‘cuatro cercanías’ desde un estilo pastoral de trabajo para hacer realidad que ‘es la hora de todos’
  • Preside la Misa Crismal en la que concelebró el obispo emérito Julián López y en la todos los integrantes del presbiterio diocesano renovaron las promesas sacerdotales, tras una reflexión-meditación que abrió la jornada de convivencia del clero de la mano del sacerdote misionero en Guatemala Jesús Rodríguez

Con el lema de este curso pastoral, ‘Es la hora de todos’, comenzaba el obispo de León, el padre Luis Ángel de las Heras, su homilía en la Misa Crismal que presidía esta mañana en la Catedral, en una jornada de convivencia sacerdotal que ha puesto el pórtico a los días centrales del Triduo Pascual, punto culminante de esta Semana Santa de 2022, la Semana Santa de la recuperación porque tras dos años de restricciones por la pandemia está volviendo a dinamizar la vida de fe tanto en los templos como a pie de calle. Y en este marco, ante todos los integrantes del presbiterio diocesano, el obispo Luis Ángel enfocó su mensaje desde la perspectiva del tiempo sinodal que está viviendo la Iglesia de León, “en este camino por una Iglesia sinodal, como santo pueblo fiel de Dios que peregrina en comunión, en el que nos sentimos llamados a una cercanía singular a nuestro mundo, que lleve gloria y alegría a los afligidos en lugar de las cenizas y el abatimiento que parecen dominar nuestro mundo”.

‘CUATRO CERCANÍAS’

En presencia de los cabildos colegial y catedral, y con la participación del obispo emérito Julián López, quien concelebró en esta eucaristía de la Misa Crismal, el pastor legionense recordó la reflexión del Papa Francisco cuando recientemente “compartía cuatro actitudes que dan solidez a la persona del ministro ordenado y son columnas de la vida ministerial; las denominó cercanías porque siguen el estilo de Dios, que siempre es cercano: cercanía al Señor, cercanía al obispo, cercanía entre los sacerdotes y cercanía al pueblo”. Don Luis Ángel abundó en las proyecciones de estas cuatro cercanías “en clave de acción de gracias al Señor, que es quien se muestra cercano a nosotros y nos enseña cómo ser cercanos” desde ese “estilo de cercanía del Señor, Dios encarnado, suprema cercanía y también nosotros estamos llamados a encarnarnos y hemos sido ungidos y enviados, como hombres cercanos, constructores, artesanos de comunión, que promueven la fraternidad sacramental convencidos de que no es una utopía; hombres cercanos de comunión que promueven la pertenencia de los bautizados a la comunidad cristiana, sin rivalidades ni exclusiones, y por tanto hombres convencidos de una Iglesia sinodal que procura la participación de laicos y consagrados y que tratan a todos con el estilo de proximidad y acogida de Jesús, siempre dispuestos a sanar y perdonas sin dejarse llevar por prejuicios”.

Un mensaje con el que el obispo Luis Ángel apeló a la necesaria “pasión misionera, abierta, dialogante, cercana con las gentes de estos tiempos, configurados con Jesús como hombres cercanos de misión samaritana” para contar con “pastores al estilo de Jesús que anuncien en medio de las llagas del mundo la fuerza operante de la resurrección, unidos en la oración con la Virgen del Camino para que quienes hemos recibido esta vocación nos dejemos visitar por el Señor en la oración, en los hermanos de presbiterio y en todos los demás miembros del pueblo santo y fiel de Dios cultivando estas cuatro cercanías”. Una homilía con una apelación directa a todos los integrantes del presbiterio diocesano para “volver al amor primero” desde la renovación para mantener vivo el “ardor misionero, siendo cercanos al Señor, al obispo, a los hermanos de ordenación y al pueblo confiado en cada rincón de la Diócesis, cada rincón es una joya de gran valor porque cada persona, cada bautizado, es una joya de incalculable valor, precios a los ojos de Dios y a los nuestros”. “Estemos seguros de que el estilo de cercanía es el que quiere Dios para hacer realidad que es la hora de todos, una hora de todos para la comunión fraterna, la evangelización misionera y la misión samaritana”, concluyó Don Luis Ángel su homilía.

MEDITACIÓN DESDE GUATEMALA

A continuación tuvo lugar la renovación de las promesas sacerdotales por parte de todos los presbíteros y diáconos de la Diócesis y esta celebración de la Misa Crismal continuó con el rito propio de bendición de los óleos, bendición del óleo de los enfermos, bendición del óleo de los catecúmenos y consagración del crisma.  A la conclusión de todo el ritual y como tradicionalmente se venía haciendo, después de dos años suspendida por la pandemia, en el Claustro del Museo Diocesano y de Semana Santa el obispo Luis Ángel ofrecÍA una recepción a todos los participantes en un encuentro de convivencia sacerdotal que marca el inicio de las celebraciones del Triduo Pascual.

Esta jornada de convivencia sacerdotal se había abierto a primera hora de la mañana en la Capilla de la Virgen del Camino con una reflexión-meditación que ofreció el sacerdote y misionero leonés Jesús Rodríguez, inspirada por el pasaje bíblico “Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; has sido más fuerte que yo y me has podido” (Jer. 20, 7), tomado de las ‘Confersiones de Jeremías’, quien profundizó en su experiencia misionera de más de cuatro décadas en Guatemala al servicio del Instituto Español de Misiones Extranjeras (IEME).