Liturgia Dominical – «PADRE, QUE NO SE HAGA MI VOLUNTAD, SINO LA TUYA»

Mons. José Manuel del Río Carrasco – (Diario de León, 12/04/2025)

Comenzamos la gran Semana que tiene como centro el misterio pascual de Jesucristo. Y la Iglesia nos indica cómo hemos de vivirla: en esta celebración del misterio, la Iglesia por medio de los signos litúrgicos y sacramentales, se une en íntima unión con Cristo, su esposo. No, esta semana no hemos de entender las celebraciones como ceremonias, más o menos emotivas; sino vivirlas como verdaderos signos sacramentales a través de los cuales podemos experimentar en nosotros el misterio del Señor.

Hoy entramos con Jesús en Jerusalén, donde va a consumar su obra; donde va a triunfar del pecado y de la muerte; donde va a alcanzar la salvación para todos los hombres. Y lo aclamamos con ramos en las manos, como aquellos niños y aquellos discípulos lo hicieron la primera vez. La eucaristía nos proclama hoy, de forma solemne, la Pasión del Señor; nos adentramos en la contemplación de su entrega generosa.

Las lecturas que anteceden a esta escucha de la Pasión nos quieren disponer a penetrar en los mismos sentimientos de Cristo Jesús. La primera lectura nos proclama un pasaje de aquellos Cantos del Siervo de Dios que anunció Isaías. Nos introduce en el secreto de la valentía de Cristo: Su total confianza en Dios. También San Pablo nos quiere ayudar a contemplar la humillación de Cristo a la luz de su exaltación a la gloria. Escucharemos la Pasión según Lucas. Un evangelista que ha insistido en algunos rasgos con los que hoy podemos gustar su escucha: el anhelo de Jesús por celebrar la Pascua con sus discípulos. En la Cena se manifiesta como un siervo en medio de los suyos, hasta dar la vida por todos. Ante Satanás, Jesús manifiesta la libertad y la humildad de quien se sabe en las manos de Dios. Hoy Jesús nos manifiesta la misericordia de Dios: en el perdón por los que no saben lo que hacen; en la promesa del Paraíso al malhechor arrepentido; en la suprema serenidad de quien es reconocido como Hijo por el centurión.