Liturgia Dominical – JESUCRISTO, PALABRA Y SABIDURÍA DE DIOS

D. Florentino Alonso Alonso – (Diario de León, 04/01/2025)

Nos urge recuperar el verdadero significado de la Navidad porque con la venida de Cristo la historia humana encontró su valor, explicación y dignidad. Este segundo domingo de Navidad es, todo él, un canto a Cristo, la Palabra de Dios que ha puesto su morada en medio de los hombres (cf. Jn 1,1-18). Por medio de esta Palabra, con la que se identifica la Sabiduría divina preexistente y personificada del Antiguo Testamento (cf. Eclo 24,1-2.8-12), han sido hechas todas las cosas. Pero además, por medio de esta Palabra Dios ha intervenido en la historia humana realizando en ella su designio de salvación: historia que se concreta en nuestra llamada a ser hijos de Dios por Jesucristo (cf. Ef 1,3-6.15-18).

Al realizar todas estas obras Cristo se revela como el portador de toda la gloria, o sea de todo el dinamismo que es luz y vida, del Padre. La tierra se llena de la gloria divina y todos reconocen a Dios por el esplendor de su luz que se manifiesta en Jesucristo, resplandor de la gloria del Padre e icono de su ser. Esta gloria irradia en el hombre los dones de la fe, del conocimiento del misterio de salvación, de la esperanza, de la caridad, con los cuales puede entrar dentro de la verdad revelada y reconocer en su corazón la grandeza de su propia condición de hijo adoptivo de Dios. Gloria, por tanto, no es sólo la alabanza o la aclamación jubilosa, sino la luz que ilumina y revela y la fuerza que mueve y hace posible la fe y la esperanza. Lo que Pablo dice a los efesios debe ser en este día un motivo para la reflexión y la acción de gracias: «Bendito sea Dios, Padre… que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bendiciones espirituales… Él nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo… Él nos ha destinado por medio de Jesucristo,… a ser sus hijos para alabanza de la gloria de su gracia». Dios no ha podido mostrarse más cercano. Ojalá nos dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo y comprender la esperanza a la que nos llama y la riqueza de gloria que da en herencia a los santos.