Liturgia Dominical – EL AGUA QUE DA LA VIDA

Jesús Miguel Martín Ortega (Diario de León, 12-III-2023)

Ya en los estudios de la EGB, aprendimos, como teoría más que probable, que la vida, en el planeta Tierra, se originó en el agua. Y el agua sigue siendo símbolo de la vida en la mayor parte de las culturas a lo largo de la historia humana.
Nuestra cultura occidental nos enseña, además, a ser autosuficientes. Por eso estamos condenados a no elevarnos más allá de nuestras limitadas posibilidades. Con mucho esfuerzo conseguimos cada día saciar la sed de nuestro corazón. Pudiera parecer que vivimos saciados de muchas cosas, sin embargo, existen signos evidentes de insatisfacción, de vivir engañados, en una falsa libertad que no nos permite ver con sinceridad nuestro sediento corazón.
Ciertamente tenemos un corazón hecho para el infinito y sólo lo infinito puede saciarlo. En palabras de San Agustín: “Nos creaste para ti, Señor, y nuestro corazón andará siempre inquieto mientras no descanse en ti”. Podemos seguir por el camino del autoengaño, fingiendo que somos felices sin serlo; pero también podemos tomar, por el contrario, el camino del encuentro con Jesús, y descubrir que él, y sólo él, puede calmar nuestra sed y llenarnos de felicidad y alegría. Sería una pena no explorar este camino con sinceridad. Tenemos en este camino mucho que ganar y poco que perder.
Esta misma experiencia fue vivida por la samaritana en el evangelio que se proclamará mañana domingo. Aquella mujer se acerca a por agua al pozo de Jacob, en Sicar. Allí encuentra a Jesús, fatigado del camino. Ella vive el encuentro con el Señor, un encuentro que será decisivo en su vida: va descubriendo progresivamente la verdadera identidad de Jesús y, en él, el verdadero sentido de su vida.
Necesitamos el agua que da la vida; necesitamos a Jesús que da esa agua que, dentro de nosotros se convierte en un surtidor de agua que salta a la vida eterna. Evitar  dicho encuentro, por obstinación o por prejuicios, impedirá que nuestro corazón se sienta verdaderamente saciado.