Liturgia Dominical – DESTRUID ESTE TEMPLO

D. Jesús Miguel Martín Ortega – (02/03/2024)

La vida humana frecuentemente se la compara con una peregrinación, con un punto de partida y una meta hacia la que se camina. Es verdad que en nuestra cultura occidental esta imagen se está desdibujando y parece que vamos adoptando la figura del vagabundo, que camina, sí, pero con pasos perdidos, sin meta concreta. Esto ocurre cuando se pierde la conciencia de dónde venimos y adónde vamos, y de nuestra vinculación con un Dios siempre presente.

Esta pérdida de conciencia, que muchos valoran como necesaria y liberadora, ha debilitado nuestra comprensión del mundo, del hombre y de Dios. La pérdida de referencias nos deja desorientados y desprotegidos ante la realidad agresiva y mostrenca. En tal situación solemos  suplicar algún signo en el cielo que nos sirva de asidero, de tierra firme, de esperanza.

Eso fue lo que le pidieron a Jesús los judíos: ¿Qué signos nos muestras para obrar así? Él respondió: Destruid este templo, y en tres días los levantaré. El evangelista añade que Jesús hablaba del templo de su cuerpo.

Sabemos que el pilar del judaísmo lo constituye el Templo de Jerusalén: es la presencia de Dios en medio de su pueblo. Cuando el san Juan escribe su evangelio, llevaba veinte o treinta años destruido el Templo. Por eso su mensaje está cuajado de esperanza: frente al antiguo templo destruido hay un nuevo templo que es Jesús. Él es la verdadera presencia de Dios en medio de la humanidad. Ya no es necesario construir edificios, ni buscar a Dios fascinados en su creación, o sobrecogidos por distintas fuerzas cósmicas… En Jesús nos encontramos con Dios, porque es el nuevo templo. Él asumió el plan de salvación: entregado al mal hasta la muerte en cruz, Dios Padre lo resucitó vencedor del pecado y de la muerte. Esta victoria no nos resulta ajena. Todos podemos participar de su victoria con sólo reconocer que Él es nuestro Salvador. Con razón afirmamos los cristianos: Por tu cruz y resurrección nos has salvado Señor.