Liturgia Dominical – DEJADLOS CRECER JUNTOS HASTA LA SIEGA

Mons. José Manuel del Río Carrasco – (Diario de León, 22-VII-2023)

Cuando Jesús empezó la predicación del Evangelio, el pueblo sencillo, que había oído el anuncio del Bautista, renació a la esperanza. Las almas buenas recordaron las antiguas promesas divinas y esperaban la venida del Mesías. Él establecería el Reino de Dios para salvar a los justos y librar a su pueblo de toda maldad, de toda opresión y esclavitud. No cabía duda, al oír a Jesús y contemplar sus milagros, de que Dios iba a colmar las esperanzas de Israel. Por fin, el Señor se disponía a triunfar sobre los enemigos de su pueblo, serían restablecidos el culto y la piedad. Los vicios, los escándalos, los pecados iban a ser quitados de en medio.

Y es que, el Reino de Dios no es como los reinos de este mundo. Ni se implantará jamás por la violencia, sino por la fuerza misma de la verdad, en el amor. Es esta precisamente la lección que Jesús nos inculca en las parábolas de la cizaña y del grano de mostaza, que nos presenta hoy el evangelio. Si de verdad somos humildes y deseamos adelantar en el camino de Dios, reconozcamos que, en medio de los actuales problemas del mundo y de la Iglesia, necesitamos más que nunca de esa luz para orientarnos frente a la vida y obrar con rectitud. Reconozcamos que también nosotros, tenemos la tentación de la facilidad. Tratamos de echar mano de la fuerza, de las influencias humanas o del poder, para quitarnos de en medio los estorbos. Como para los criados de la parábola, también para nosotros, lo mejor sería arrancar la cizaña, para que no estorbase el crecimiento del trigo. Pero debemos atenernos a la consigna del Señor, que nos ordena: “No lo hagáis, que podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega”.

Lo importante, en último término, es mantener la viva convicción de que “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”. Confiar en la acción de su poder y en el triunfo de su misericordia.