La VII Jornada Mundial de los Pobres remarca en la Iglesia de León la llamada “al don y al compromiso de vivir la pobreza y servir a los pobres”

  • Con un círculo de silencio en San Isidoro y una vigilia de oración en Santa Marina se anticipaba ayer la celebración de esta convocatoria en todas las parroquias este próximo domingo desde el lema ‘No apartes tu rostro del pobre’

Con un círculo de silencio promovido por Cáritas en el atrio de la Basílica San Isidoro y una vigilia de oración que acogía anoche la Parroquia de Santa Marina, la Iglesia de León se prepara para sumarse este próximo domingo día 19 a la celebración de la VII Jornada Mundial de los Pobres convocada en toda la Iglesia universal por el Papa Francisco desde el lema ‘No apartes tu rostro del pobre’.

El obispo Luis Ángel, que antes de presidir esa vigilia de oración en Santa Marina se sumaba al círculo de silencio en San Isidoro, aseguró que “ante la realidad de la pobreza cabe que escuchemos el grito de los pobres también en silencio, porque si no hacemos silencio no escucharemos ese grito, no oiremos sus necesidades, no nos daremos cuenta de las muchas pobreza que aquejan nuestro mundo”. “En realidad ese grito de los pobres es el grito de Dios a través de aquellos que sufren cualquier pobreza y el grito de Dios es el que tenemos que escuchar para que nos lleve como dice el lema de esta Jornada mundial a no apartar nunca el rostro de las personas pobres” manifestó el prelado legionense, quien hizo especial hincapié en la importancia de trabajar para “superar cualquier miedo, cualquier rechazo, cualquier indiferencia y a saber sonreír para ayudar a aquellos que peor lo pasan a caminar con otros porque el camino se hace mejor acompañados”.

Unas palabras que el pastor diocesano de León reiteraba en la vigilia de oración que presidía en la Parroquia de Santa Marina y que era acompañadas antes de comenzar el círculo de silencio por la lectura al mensaje del Papa Francisco para esta VII Jornada Mundial de los Pobres del próximo domingo como “una cita que la Iglesia va arraigando poco a poco en su pastoral, para descubrir cada vez más el contenido central del Evangelio” cuando, según señala el pontífice, “un río de pobreza atraviesa nuestras ciudades y se hace cada vez más grandes hasta desbordarse; ese río parece arrastrarnos, tanto que el grito de nuestros hermanos y hermanas que piden ayuda, apoyo y solidaridad se hace cada vez más fuerte” y por esos “el domingo anterior a la fiesta de Jesucristo, Rey del Universo, nos reunimos en torno a su Mesa para recibir de Él, una vez más, el don y el compromiso de vivir la pobreza y de servir a los pobres”.