La Diócesis de León celebrará este próximo domingo día 7 de mayo, coincidiendo con el V Domingo de Pascua, la XIV Jornada Diocesana del Diaconado Permanente con el lema “Servidores de la alegría”. Tras la edición del año pasado, todavía condicionada por las restricciones de la pandemia, este año se vuelve a celebrar esta jornada para “tener presentes a los diáconos, una vocación y un ministerio en la Iglesia y también en nuestra Iglesia particular de León, que en esta Jornada nos ofrece una oportunidad para conocer más de cerca y para que pidamos que Dios nos bendiga con vocaciones para ejercer este ministerio del diaconado” ha asegurado Luis García Gutiérrez, vicario general e integrante de la Comisión Diocesana para el Diaconado Permanente, quien subraya que “coincide esta Jornada con este V Domingo de Pascua porque según la liturgia, en la primera lectura de la Palabra de Dios de la misa de este domingo, tomada del Libro de los Hechos de los Apóstoles, se describe la elección de los diáconos por parte de los apóstoles”.
GRADO DEL MINISTERIO ORDENADO
En la actualidad, según informa la Comisión Diocesana para el Diaconado Permanente, en la Iglesia de León son cinco los diáconos permanentes al servicio de la Diócesis que desarrollan “una importante labor pastoral”, mientras otros siete candidatos se encuentran en el proceso de formación, dos de los cuales ya han recibido el rito de admisión a la órdenes, mientras otros dos ya ha sido instituidos en los ministerios del lectorado y del acolitado.
El objetivo de esta Jornada es dar a conocer la figura del diácono permanente como un grado propio del Ministerio ordenado que configura a quien lo recibe como
“servidor de la comunidad cristiana, habilitado para llevar adelante tareas pastorales que el obispo le encomiende, en comunión con él y con los presbíteros y consagrados, y en estrecha conexión con los seglares comprometidos en la Iglesia”.
La vocación al diaconado permanente permite a cristianos varones, solteros a partir de los 25 años, o casados a partir de los 35 años y con cinco años de matrimonio y que sientan la llamada de Dios, iniciar un periodo de discernimiento tras la presentación como candidato por parte de su párroco al obispo. Superado favorablemente este tiempo de reflexión en el conocido como curso propedéutico, los posibles candidatos al diaconado podrá ser admitidos a los ministerios e iniciarán un tiempo de formación en estudios superiores eclesiásticos de tres cursos, que se ofrece desde el Instituto Superior de Teología de Astorga y León – ISTAL y que concluye con un periodo de práctica pastoral antes de culminar con la ordenación diaconal.
DIACONADO Y SÍNODO
El Concilio Vaticano II decidió la instauración del Diaconado Permanente, con gran arraigo en la Iglesia primitiva, como un grado propio del Ministerio ordenado y en el año 1997, por iniciativa del entonces obispo Antonio Vilaplana, a partir de una de las propuestas surgidas en el Sínodo 1993-1995, en la Diócesis de León se reinstauró la figura del diácono permanente y ese mismo año recibió la ordenación diaconal el primer integrante del diaconado permanente de la Diócesis, Francisco Viñuela, quien el año pasado celebrara su bodas de oro diaconales y que en la actualidad está adscrito a la Parroquia de San Julián Alfredo. Ya en el año 2010, por iniciativa del obispo Julián López, la Diócesis decidió impulsar este Ministerio ordenado con la puesta en marcha del ‘Plan Básico de Formación para el Diaconado Permanente’, con un periodo de estudios de cinco años para la formación humana, espiritual y teológica y para la práctica pastoral, que ya han completado los cinco diáconos permanentes que se han ordenado entre los años 2015 a 2018 y que en estos momentos desarrollan su ministerio en la Unidades Pastorales de Garrafe de Torío, Sena de Luna, Sahagún y Valencia de Don Juan.
El diácono ordenado asume las misiones que la Iglesia le encomienda. Así, al servicio de la Palabra de Dios anima la catequesis; promueve y sostiene actividades apostólicas con laicos, particularmente en el ámbito familiar; y preside la celebración de la Palabra. Al servicio de la Eucaristía y de los sacramentos el diácono asiste, durante las celebraciones litúrgicas, al obispo y al presbítero; preside las celebraciones del bautismo, matrimonio, exequias, Liturgia de las Horas, exposición eucarística…; distribuye la Eucaristía, en la misa o fuera de ella, y lleva la comunión a los enfermos, a quienes también puede administrar el sacramento de la unción. Y al servicio de la caridad y de la comunidad eclesial el diácono anima el servicio caritativo, preocupándose por los más pobres y marginados; atiende la pastoral de enfermos, ancianos y todo tipo de obras asistenciales; y sirve a la comunión junto al obispo, a los presbíteros y a los laicos y consagrados.