Jornada por la Vida 2022

  • La Diócesis se suma en la solemnidad de la Anunciación a la celebración de la Jornada por la Vida con el lema «Acoger y cuidar la vida, don de Dios»
  • Se ha programado una oración comunitaria mañana viernes día 25 a partir de las 18 h. en la Parroquia de la Anunciata a la que seguirá un acto público en el parque frente al templo con lectura de un manifiesto por la vida y una danza por la paz

La Diócesis de León se sumará mañana viernes día 25, en la solemnidad de la Anunciación del Señor, a la celebración de la Jornada por la Vida 2020 con un encuentro de oración comunitaria a las 18 horas en la Parroquia de la Anunciación de Ntra. Señora – La Anunciata (Calle Azorín, 36) bajo el lema “Acoger y cuidar la vida, don de Dios”. Tras la oración, en el parque que hay frente al templo en el Barrio del Crucero – Paraíso Cantinas, se va a desarrollar un acto público que ha organizado la Delegación de Evangelización Misionera y que comenzará con un breve recital de música a cargo del coro parroquial, para dar paso a la lectura de un manifiesto a favor de la vida y el simbólico gesto de una suelta de globos, y concluir con una danza por la paz de todos los pueblos y el respeto a la vida

VIDA HUMANA, COMIENZO DE LA SALVACIÓN

El objetivo de esta jornada, que en la diócesis se celebra por decimosegundo año consecutivo tras la interrupción que supuso la pandemia en 2020, como explican  los obispos de la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida es remarcar que “en la solemnidad de la Anunciación celebramos que el «sí» de la Virgen María se ha convertido en la puerta que nos ha abierto todos los tesoros de la redención”. Y puntualizan que “en este sentido acoger la vida humana es el comienzo de la salvación, porque supone acoger el primer don de Dios, fundamento de todos los dones de la salvación; de ahí el empeño de la Iglesia en defender el don de la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural, puesto que cada vida es un don de Dios y está llamada a alcanzar la plenitud del amor”. Y desde esa perspectiva los obispos subrayan que “acoger y cuidar cada vida, especialmente en los momentos en los que la persona es más vulnerable, se convierte así en signo de apertura a todos los dones de Dios y testimonio de humanidad; lo que implica también custodiar la dignidad de la vida humana, luchando por erradicar situaciones en las que es puesta en riesgo: esclavitud, trata, cárceles inhumanas, guerras, delincuencia, maltrato”.