Queridos hermanos y hermanas:
¡Feliz Año Nuevo! Que la paz de Jesús siga siendo don y tarea aquí y en cualquier lugar de la tierra. Continuamos nuestros compromisos cristianos con la novedad del año 2024 recién estrenado. Cobra relevancia en el primer cuatrimestre la aportación diocesana a la nueva etapa del sínodo, que preparará la segunda sesión de la Asamblea General Ordinaria en octubre próximo.
Durante este tiempo todas las diócesis estamos invitadas a profundizar en el Informe de Síntesis con una pregunta crucial: «¿Cómo ser una Iglesia sinodal en misión?». Desde distintas perspectivas hemos intentado responder a esta cuestión para realizar procesos de discernimiento en nuestra Iglesia particular. Ahora, con el impulso del camino sinodal de la Iglesia universal, podemos profundizar sobre esta cuestión esencial de nuestra fe y nuestra Iglesia, y así hacer crecer el espíritu y mejorar la praxis sinodal en la Iglesia particular de León.
Con las orientaciones del equipo sinodal diocesano, que sigue atento y disponible para ayudarnos a mantener viva la sinodalidad, iremos respondiendo a esta convocatoria de la Iglesia con el fin de realizar nuestra humilde aportación acogiendo la novedad del momento y el horizonte de la misión. En este sentido hay que señalar que no se trata de repetir cuestiones ya tratadas, sino que hemos de poner el énfasis en el “modo sinodal” de reunirnos y colaborar, de abordar los temas y de establecer las relaciones con los demás bautizados y con otros hombres y mujeres de buena voluntad que nos ofrezcan sus sugerencias.
Laicos, consagrados, seminaristas, diáconos, presbíteros y obispos, a través de los grupos sinodales, de los órganos de colaboración y corresponsabilidad de nuestra diócesis con sus arciprestazgos, parroquias, comunidades, movimientos, cofradías, asociaciones, grupos… estamos llamados a tener conversaciones en el Espíritu para discernir cuestiones fundamentales que todavía necesitamos profundizar.
A la luz del Espíritu Santo y con las luces de los hermanos y hermanas, hemos de descubrir qué podemos hacer para seguir aprendiendo la sinodalidad; cómo podemos potenciar la corresponsabilidad diferenciada en la misión de todos los miembros del Pueblo de Dios; cómo ha de concretarse en estructuras que faciliten la escucha activa, el diálogo sincero y el discernimiento comunitario en el Espíritu Santo y también cómo potenciar los medios y las instituciones de participación que ya existen en la Iglesia.
Habrá suficientes orientaciones para realizar estas reflexiones y enviar nuevas aportaciones. Pero lo importante es continuar el camino sinodal renovando la frescura y la esperanza de los primeros momentos del proceso sinodal. Reconozcamos los fallos para subsanarlos y, sobre todo, démonos cuenta de cómo el Espíritu Santo y el aliento de la comunidad cristiana ha ido convirtiéndonos en bautizados comprometidos en la participación corresponsable, en la comunión y en la misión.
Ponemos en manos de la Virgen del Camino y san Froilán esta nueva etapa y a cada uno de los diocesanos. Queremos caminar juntos con alegría, sin miedo, y así se lo pedimos. Es la hora de todos, la hora de vivir junto a los ríos de la alegría y de fortalecernos escuchando al Señor que nos dice: “No temas”.
Con mi afecto y bendición.
✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León