«Cuidar el trabajo para cuidar a las personas»

Queridos hermanos y hermanas:

Celebramos el día del trabajo en la memoria de san José Obrero, 1 de mayo. Para preparar y celebrar esta jornada me parece acertado el manifiesto que ha publicado «Iglesia por el Trabajo Decente (ITD)», formado en nuestra diócesis por HOAC, Cáritas, CONFER, JPIC (Justicia, paz e integridad de la Creación), movimiento rural cristiano, migraciones y la pastoral del trabajo.

El título del manifiesto llama nuestra atención para poner a la persona humana en el centro: “Cuidamos el trabajo para cuidar a las personas”. Ciertamente la cultura del cuidado mejora nuestro mundo y particularmente la realidad de cada persona. El papa Francisco ha propuesto la «cultura del cuidado» como horizonte de vida cristiana en varias ocasiones. En su mensaje para la LIV Jornada Mundial de la paz, el 1 de enero de 2021, la formuló como «camino de paz» para erradicar otra cultura, la de la indiferencia, el individualismo, el rechazo y la confrontación. El Papa hacía este llamamiento en un momento en el que se hacían visibles las pérdidas de la pandemia del COVID-19, entre las que no dudaba en incluir la de quedarse sin trabajo.

Es muy conveniente continuar -o comenzar- la construcción de la «cultura del cuidado». La Iglesia ha de promoverla desde todos los ámbitos posibles. En el mundo del trabajo, el cuidado conlleva varias exigencias sobre las que alerta el mencionado manifiesto de «ITD» que bien podemos asumir.

En primer lugar, hay que seguir mejorando las condiciones de seguridad para evitar accidentes laborales y, por supuesto, fallecimientos. Igualmente, se debe apoyar todo aquello que favorezca una «salud laboral» y un bienestar personal con la consiguiente estabilidad psicológica y emocional. Lo cual exige que tomemos conciencia y alcemos la voz para reclamar estas mejoras y que se eliminen las condiciones laborales precarias, de modo que el beneficio económico nunca esté por encima de la salud y el bienestar de las personas.

En dicho sentido, también es importante armonizar las necesidades personales y familiares con el trabajo, propiciando suficiente tiempo para el descanso y el cultivo de actividades y relaciones familiares y sociales. Para los cristianos es esencial dedicar tiempo al cuidado de nuestra fe y a los compromisos que se derivan de ella, más allá de los que se realizan en el trabajo. Además, «Iglesia por el Trabajo Decente» propone un avance del diálogo social para reducir el tiempo de trabajo, ayudando así a lograr mayores cotas de «cuidado» en el trabajo.

Más adelante, el manifiesto cita el mensaje del papa Francisco en la Cumbre Mundial del Trabajo de la OIT de 2021. Allí el Papa afirma que «el cuidado debe ser una dimensión de todo trabajo». La cultura del cuidado nos inspira ser cuidadosos con la creación, con la casa común y, por supuesto, con la dignidad de los trabajadores y el futuro sostenible de la tierra y de la humanidad. Es urgente, oportuno, justo y eficaz que nos impliquemos y comprometamos en el cuidado de todo y de todos y, por supuesto, de las personas trabajadoras.

Recorrer el camino de la «cultura del cuidado» es un don y una tarea que hemos descubierto y que debería llegar a todos los rincones de las actividades y relaciones humanas y, más aún, eclesiales. Como afirma el papa Francisco en su mensaje para la LIV Jornada Mundial de la paz, Dios Creador, modelo del cuidado, es origen de la vocación humana al cuidado: a su imagen, el ser humano puede hacer que la tierra sea productiva al tiempo que la protege, combinando el “cultivo” con el “cuidado”.

Que nos sintamos cuidados por Dios Creador, por Cristo Jesús que nos cuidó-amó hasta el extremo y nos enseñó a cuidar a los demás como Buen Samaritano para que nosotros le sigamos y hagamos lo mismo (cf. Lc 10,37). Cada uno y todos juntos como Iglesia sinodal en misión samaritana.

Con mi afecto y bendición.

✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León