Cada día su afán – EL SUEÑO DE EUROPA

D. José-Román Flecha Andrés – (Diario de León, 01/06/2024)

Al parecer, las elecciones de los eurodiputados no suelen suscitar mucho interés entre los ciudadanos de los países miembros de la Unión Europea.

Sin embargo, estas elecciones son más importantes de lo que habitualmente se piensa.  En primer lugar, están en juego los dineros y las ayudas que pueden y deben repartirse para llevar a cabo los muchos proyectos que se están desarrollando en los diversos países.

En segundo lugar, todos sabemos que hay una normativa y unas leyes que pueden determinar a corto y largo plazo algunas opciones muy importantes, relativas al ser y al estar de las personas. Leyes que pueden afectar al respeto a la vida y al modo de vivirla.

Y, en tercer lugar, la elección de nuestros representantes nos invita a recordar y repensar el origen, la identidad la finalidad de la misma Unión Europea.

Los padres que la soñaron tenían la dramática experiencia de la segunda guerra mundial y deseaban un futuro de paz, de concordia y hermandad para los países que se habían visto tan cruelmente enfrentados.

Para lograrlo, pensaron primeramente en el control del carbón y del acero. De su producción dependía la carrera de armamentos por parte de unos y de otros. Después vieron la necesidad de poner en práctica un control de la gestión de la energía nuclear.

De aquellos proyectos iniciales se pasaría ulteriormente a la articulación de un mercado común. Y después, a la propuesta de una unión comunitaria, con atisbos de alianza federal. Una unión que había de estar marcada por el deseo y el compromiso de la convivencia y del diálogo.

Eran aquellos unos pasos apoyados en la fuerza de la esperanza, aunque frenados a veces por una evidente exigencia de paciencia. Pero la utopía podía hacerse realidad. Una paz para Europa y una Europa para la paz. Un diálogo para Europa y una Europa del diálogo. Unos valores para Europa y una Europa de los valores.

Los padres de aquel proyecto inicial, al soñar una bandera para Europa, fijaron sus ojos en la vidriera del ábside de la catedral de Estrasburgo. Por encima de la imagen de la Virgen María, sobre un fondo azul, destacaban las doce estrellas doradas de la visión del Apocalipsis. Eso había de ser.

Algunos pretenden olvidar la idea. Pero la bandera de la Unión Europea es más que una enseña con referencias simplemente geográficas y políticas. Es una invitación constante a amar de verdad esta tierra que es la nuestra, sin dejar de mirar al cielo, que también ha de ser nuestro.

En este tiempo de difícil convivencia, que Santa María nos ayude a rememorar el pasado con un corazón agradecido, a pensar el presente con inteligencia y a soñar para Europa un futuro de paz, de hermandad y de esperanza.