José Román Flecha Andrés (Diario de León, 16-IV-2023)
- Por decisión de san Juan Pablo II, el domingo segundo de Pascua, recordamos y celebramos la misericordia de Dios. Él no nos trata como merecen nuestros pecados, sino que derrama sobre nosotros su perdón y su gracia. A la misericordia de Dios debemos el ser. Él es la fuente de la vida y nos exhorta a vivirla en amor y gratitud.
- Además de ser un don divino, la misericordia es una responsabilidad humana. En nuestro mundo no es fácil entender la virtud de la misericordia. Ni siquiera hablamos de ella, pero nos vendría bien a todos recordarla con más frecuencia.
- Los prejuicios nos hacen olvidar la comprensión. Pero la compasión y la misericordia hacen más humanas las relaciones entre las personas, entre los miembros de la familia y entre los grupos sociales.
- Es cierto que nos damos cuenta de que todos podemos prestar ayuda a los demás, cuando las personas o los diversos grupos de ciudadanos se ven perturbados por una catástrofe natural o por un atentado terrorista.
- Sin embargo, en la vida ordinaria creemos que nosotros no necesitamos la misericordia y la compasión de los demás. Y hasta pensamos que los que pasan necesidad pueden ser más autónomos de lo que se imaginan.
- Olvidamos la misericordia por la importancia que damos a los derechos humanos. No queremos que los demás tengan misericordia de nosotros. Queremos que nos hagan justicia. Pero sin el aceite de la misericordia, la justica chirría y ofende.
- Nos hemos vuelto muy individualistas. Hemos hecho de la comodidad un ideal de vida y de actuación. Nos incomoda acercarnos a los demás. Pensamos que si sigue habiendo pobres o necesitados en el mundo, eso “es problema suyo”.
- Hacemos la declaración de nuestros ingresos. Por eso pensamos que es la administración pública la que tiene que emplear nuestros dineros para promover una mejor justicia social. Pero a nosotros que no nos pidan más.
- Además nos hemos hecho muy escépticos. Nos llegan tantas encuestas que ya no nos creemos los datos sobre la pobreza, sobre el hambre, sobre la persecución de nuestros hermanos. Pensamos que las noticias exageran un poco.
- Para los cristianos, las obras de misericordia no son solo gestos de humanidad o buena educación. Creemos que por medio de estas obras manifestamos nuestra compasión al mismo Jesucristo. Pero en una sociedad que ha olvidado la fe cristiana, es difícil descubrir que al prestar atención a los demás, es Cristo quien es atendido.
Hoy recordamos las palabras de san Juan de Ávila: “Si solos los necesitados hubiesen de ser socorridos, y tan limitadamente como nosotros queremos socorrer solamente a los pobres, bien podríamos olvidar cómo nos socorre Dios”.