Queridos hermanos y hermanas:
El domingo 2 de junio celebraremos la festividad del Corpus Christi, Día de la Caridad. El lema que Cáritas propone este año es «Allí donde nos necesitas, abrimos camino a la esperanza». No haremos nunca lo suficiente para ayudar a las personas más empobrecidas. Siempre quedará algo pendiente o, lo que es más importante, habrá una persona a quien acompañar, sanar y ayudar a recuperar la dignidad que haya podido perder.
Por eso, cada día es preciso actualizar la caridad con los hermanos y hermanas, de tal modo que renovemos la fe en que, «en el Sacramento del Altar, el Señor viene al encuentro del hombre, creado a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1,27) acompañándole en su camino» (Sacramemtum caritatis 2).
Las heridas de nuestro mundo y los dramas de tanta gente tienen que configurar el mapa personal y comunitario que guíe nuestros pasos de fe, esperanza y caridad para llegar a los lugares y las personas que nos necesitan, sin refugiarnos en palabras bienintencionadas o buenos propósitos que no se cumplen, sino comprometiéndonos cada vez más en el servicio de la caridad a los demás, con la gratuidad que viene del Señor y que se traduce en una siembra de justicia, bien común, fraternidad, paz y esperanza.
Hemos de saber llegar a los últimos, para lo cual hay que pedir que el Señor aumente nuestra fe. Cuando nos acerquemos a los que sufren, con el dolor de encontrar a algunos en las cunetas de la vida, debemos pedir al Señor que aumente nuestra capacidad de amar para llegar a amar como Él ama y a actuar como Él actúa, porque es el Buen Samaritano. Para después, una vez que nos hayamos encontrado desde el amor fraterno de Cristo con quienes nos necesitan, pidamos al Señor que aumente nuestra esperanza, para poder compartirla con cada persona que lo precise.
En este Día de Caridad hagamos pequeños compromisos que sean verdaderamente transformadores. Comprometámonos a salir al encuentro de los más vulnerables, con la prioridad de “impulsar la relación de ayuda que dignifique”, como nos hemos propuesto en nuestro plan diocesano de pastoral en el ámbito de misión samaritana.
Comprometámonos a contribuir al bien común, reivindicando y favoreciendo condiciones de vida social que permitan vivir dignamente. Entre otras iniciativas, apostando por la cultura del encuentro y del cuidado, que el papa Francisco ha propugnado.
Comprometámonos a tejer comunidad fraterna, de modo que nadie camine en solitario, desvinculado, sino sabiendo todos sobrellevarnos mutuamente. Que así, los más pobres encuentren su sitio en la comunidad cristiana y se sientan amados por Dios y los hermanos con el amor que brota de la Eucaristía y que alcanza a quien esté dispuesto a aceptarlo.
Nadie va solo en el compromiso. Caminemos juntos hacia quienes nos necesitan, abriendo camino a la esperanza. Incluso si uno lo hace solo, será en comunión con los demás miembros del Cuerpo de Cristo. Nuestras comunidades cristianas, cuando celebran la Eucaristía, han de interiorizar que el sacrificio de Cristo es para todos y que quien cree en Jesucristo está dispuesto a ser “pan partido” para la vida del mundo. El que cree siempre está dispuesto a construir un mundo mejor, anticipo del Reino, un mundo más justo y fraterno (cf. Sacramentum caritatis 88).
Con fe renovada en Cristo Eucaristía, convirtámonos en hombres y mujeres de caridad, que ensanchan la esperanza en el corazón de cada persona que lo necesita.
Con mi afecto y bendición.
✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León