«Levántate, coge tu camilla y camina» (cf. Mc 2,11)
✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León
Queridos hermanos y hermanas. Estamos adorando al Señor en comunidad diocesana. No perdamos nunca la capacidad de adorar al Señor en comunión, de dejarnos mirar por él y contemplarlo como hermanos, porque así podremos decir verdaderamente: «Nunca hemos visto una cosa igual».
El camino sinodal avanza con la celebración de la segunda sesión de la XVI Asamblea General del Sínodo de los Obispos que llega a sus últimos días, a la que nos sentimos especialmente unidos esta tarde y por la que oramos con fe y esperanza en nuestra querida diócesis de León. Es oración por toda la Iglesia.
La palabra del evangelio de Marcos que hemos escuchado nos invita a una confianza en el Señor Jesús que supera toda expectativa. Nosotros, que estamos envueltos en tentaciones de desconfianza y suspicacia, de poca fe, de falta de escucha, de discusión y enfrentamiento, hoy recibimos una encarecida invitación a la confianza sosegada en este tiempo de adoración al Señor con mirada de comunión eclesial, con mirada sinodal.
Jesús nos transmite seguridad, cercanía, familiaridad, calma. Él siempre sana nuestras dolencias y colma nuestras ansias. Su presencia en la palabra y en la eucaristía son el bálsamo preciso para cada herida. Por eso, confiando ciegamente como solo se puede confiar en él, traemos entre todos las parálisis que hemos descubierto.
La fe ciega en el Señor nos lleva unidos a levantar la techumbre sin vacilar, porque no encontramos otro modo de presentar ante él la camilla que hemos ido confeccionando entre todos. Una parihuela hecha con varas de sauce de tristeza, desasosiego y cansancio, tiras de caña de fortaleza, mimbres de fe y esperanza y tablillas con tela de amor fraterno.
Sobre tales andas y entremezclado con ellas, cargamos lo que hemos descubierto en nuestro propio corazón, en nuestras comunidades, en nuestros grupos, en nuestra Iglesia y nos ponemos ante quien puede sanarnos. Al levantar la techumbre nos damos cuenta de que en nosotros mismos y en cada hermano que tenemos al lado, están las parálisis que solemos poner fuera y lejos por indiferencia, por miedo o por dudar de que tengan curación.
Confiemos en Jesús, dejemos que él vea nuestra fe y creamos cuando nos dice «Tus pecados, vuestros pecados son perdonados» (cf. Mc 2,10). Esa es la confianza que necesitamos para cambiar, para coger la camilla del camino sinodal, levantarnos y marchar caminando, aunque nos cueste dar pasos y vacilemos porque hemos estado mucho tiempo postrados. Algunos quizá piensen que Jesús blasfema cuando nos perdona, como piensan los escribas del texto evangélico. Nosotros no pequemos contra el Espíritu Santo; por tanto, desterremos la desconfianza, el apego enfermizo a nuestros propios criterios, la autorreferencialidad y el anquilosamiento que impide andar.
Escuchemos al Señor que nos dice a cada uno y a toda la Iglesia: «Levántate, coge tu camilla y camina» (cf. Mc 2, 11). Confiemos ciegamente en el Señor y caminemos juntos, «como granos que hacen el mismo pan». Amén.