2024 – Vida Ascendente

«Vida ascendente. Compartimos la luz del Señor»

✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León

Queridos hermanos y hermanas sacerdotes, personas consagradas y miembros de vida ascendente. El Señor, que es nuestra luz y nuestra salvación, nos reúne en torno a su mesa para que nos encontremos verdaderamente con Él y con los hermanos.

La luz de las candelas, que recuerda la celebración de esta Fiesta de la Presentación del Señor en el templo, es signo de que acogemos el resplandor divino de aquel que viene a nosotros en cada persona y en cada acontecimiento. Él hace que todo resplandezca, disipa cualquier tiniebla y así nos muestra que hemos de caminar a su encuentro con el mismo resplandor que Él nos concede.

Qué importante es caminar juntos con nuestras luces encendidas para que el resplandor sea mayor y llegue más lejos y ayude a más gente.

En consecuencia, acojamos la luz y no la escondamos porque esta luz la recibimos no solo para nosotros, sino para que ilumine a otros. Por tanto, que nadie ponga obstáculos a la luz. Que nadie se resigne a permanecer en la noche. Avancemos todos juntos uniendo nuestras candelas y aprendamos a acoger la luz del mundo como el anciano Simeón, con los brazos abiertos, con la alegría de la esperanza colmada y el cántico de gratitud.

Conforme avanzamos en la vida, nos sentimos cada vez más representados por Simeón y Ana. Cada vez podemos darnos más cuenta de que tenemos ante nosotros la salvación de Dios que nos libera de todo mal, de todo temor, de todo pecado que la vida humana contiene.

Todos nosotros, acogiendo en los brazos de nuestra fe al Hijo de Dios nacido de María Virgen, que viene hasta el corazón de cada uno, nos convertimos de incrédulos en creyentes, de no pueblo en pueblo de Dios.

Con la fuerza de la Eucaristía, demos testimonio de que hemos conocido al Dios hecho hombre, lo hemos aceptado y de esta manera podemos caminar, como vida ascendente, uniendo el poder iluminador de la candela que lleva en alto cada uno por la fe, la esperanza y el amor que arden en nuestros corazones de bautizados.

Amén.