2024 – Solemnidad de san José – Rito de Admisión a las Órdenes

“Pastores misioneros”

✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León

Hoy es un día para agradecer el feliz relato de la llamada de Dios a cada criatura formando una cadena en la historia de la salvación. El relato de Abraham, padre de muchos pueblos, el de David, el de María y José; en el centro de todos, el relato de Jesús y luego el de sus discípulos hasta llegar a nosotros, a Víctor y a Rafael.

Damos gracias a Dios por esta cadena de relatos y, en particular, por la llamada que recibe san José para acoger a María y reconocer al niño como hijo propio, dándole un nombre nuevo que indica su misión: Jesús (“Dios es salvación”). El hijo que viene del Espíritu Santo en medio de la historia del pueblo de Dios, bajo la custodia de san José, va a perdonar los pecados. Ese es su poder: servicial, salvífico y no político ni, por supuesto, autorreferencial. Un poder para perdonar los pecados, sacar al hombre de su situación de lejanía de Dios y conducirle a la plena comunión con él.

Este niño, elegido y enviado por Dios, cuidado en la familia de Nazaret, con el poder de la reconciliación, muestra y comparte su vocación y misión a quienes son llamados al sacerdocio ministerial y al diaconado permanente.

Víctor y Rafael hoy se presentan ante la Iglesia y piden ser admitidos entre los candidatos al Orden sagrado. Un día serán enviados con el mismo poder que les comparte el Señor, con el mismo cuidado de Dios y de la persona humana que les enseña san José.

Ellos han escuchado la voz del Señor, como María, como José y quieren responder imitando su generosidad: «Aquí estoy, mándame». Con miedos humanos, pero con la ayuda del Señor, de sus familias, de sus formadores, de presbíteros y de diáconos permanentes, Víctor y Rafael han escrito y siguen escribiendo un relato de búsqueda y escucha de la voluntad de Dios.

Como sabemos lo han hecho por sendas diferentes. Víctor ha recibido la llamada al presbiterado y, por tanto, a una dedicación plena al ministerio. Rafael ha recibido la vocación al diaconado permanente, por lo que habrá de compaginar la dedicación al ministerio con el cuidado irrenunciable de su matrimonio y su familia que le apoyan y apoyarán en su tarea.

Pero ambos han escuchado la voz que viene de lo alto y que habla por medio de señales y sueños, como le ocurre a José y como acontece en la sencillez de la vida ordinaria.

En el seguimiento de Jesucristo, sumo y eterno sacerdote, estos candidatos al ministerio ordenado recibirán un día, Dios mediante, la ordenación sacramental para el servicio del Señor y de la Iglesia, con el sello indeleble del Espíritu y del Sacramento del Orden. Por consiguiente, como parte de una historia de vocación y misión, un día servirán y edificarán las comunidades cristianas con la palabra y los sacramentos.

Sin perder de vista dicho horizonte, Víctor y Rafael, dedicaos a aprender cada día a vivir más y mejor el espíritu del Evangelio del Señor y a reforzar vuestra fe, esperanza y caridad. Sed sencillos, entregados, acogedores y buenos custodios, como san José y creced en espíritu de oración, de comunión fraterna, de evangelización misionera y de misión samaritana para que muchos se encuentren con Jesucristo, respondan a su llamada y caminen con el pueblo de Dios.

Vuestra petición de ser admitidos al Sacramento del Orden es un motivo de gozo y de gratitud para nuestra diócesis, para nuestros seminarios, para los presbíteros y diáconos permanentes y para vuestras familias. No dejéis de apoyaros en todos ellos y en cuantos os acompañamos hoy con nuestra oración y nuestra cercanía.

Que la Virgen del Camino, Madre del Redentor, san José, su esposo, san Juan, san Pedro y san Froilán, os inspiren para adquirir cada vez más el corazón de pastores misioneros que Dios quiere para que sirváis a su Pueblo santo y fiel, sinodal, fraterno, misionero y samaritano.

Amén.