2024 – San Juan de Ávila

«La alegría de pastorear el pequeño rebaño»

✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León

Queridos hermanos, agradecemos al Señor el modelo de vida y santidad de san Juan de Ávila y el don de estos hermanos nuestros que, elegidos pastores misioneros del pueblo de Dios, celebran sus bodas sacerdotales. Damos gracias a Dios por Roberto, Serapio, Carlos y Juan Manuel en sus bodas de oro, por Manuel y Luis, en sus bodas de plata. En ellos nos vemos reflejados todos con gratitud. Además, nos sentimos alegres y esperanzados por haber sido elegidos para pastorear con la ayuda del Buen Pastor un pequeño rebaño.

San Juan de Ávila es modelo sacerdotal para nosotros, miembros del pueblo de Dios, porque hasta los pastores, como dice San Agustín, somos también ovejas.

Doctor y Maestro hecho con mimbres de buena familia, estudios de leyes, artes y teología; desprendimiento de sus bienes a favor de los pobres, espíritu misionero, juzgado y encarcelado por la Inquisición; sembrador de la Palabra de Dios que medita y ora para predicar y, finalmente, el mimbre del desgaste por los duros trabajos del Evangelio hasta la muerte.

Como el apóstol Pablo y el Maestro Ávila hemos visto a Cristo resucitado que está con nosotros y disipa con su palabra de vida nuestros temores para que no callemos, aunque nos expongamos a la persecución y, en cambio, vivamos la alegría de pastorear el pequeño rebaño. Nada hemos de temer porque Dios está con nosotros, es el rey del mundo, emperador de la tierra, nos sostiene y merece las aclamaciones.

Nuestro ministerio ha de ser fuente de gozo incesante. Pero, si experimentamos tristeza, sabemos que se convertirá en alegría porque Jesús vuelve a visitarnos y nos alegra hasta el punto de que nadie ya nos podrá quitar nuestra alegría. Por tanto, si se afinca la pena en nuestro corazón, acerquémonos a Jesucristo y a su palabra y deseemos su amor.

Escribía san Juan de Ávila a una persona enferma: «El Señor no es amigo de nuestras penas, sino sólo de nuestros amores. […] Él es alegre […] y muy amigo de dar fuerzas al corazón que le desea amar» (San Juan de Ávila, Obras completas IV, págs. 208-209, BAC maior 2003).

Hemos recibido el ministerio ordenado en vasijas de barro y lo desplegamos con hombres y mujeres hechos, igual que nosotros, de frágil arcilla. En la debilidad recibimos la fortaleza del Buen Pastor para transmitirla en medio de su rebaño y percibimos cómo el Espíritu nos alegra, guía y robustece cuando deseamos amar al Señor y a los hermanos.

Que sepamos acoger hoy en el banquete eucarístico el gozo y el amor de Dios para continuar nuestro camino ministerial con la alegría de pastorear el pequeño rebaño mientas nos dejamos apacentar por el Buen Pastor y alimentar con el pan de la Palabra y la Eucaristía como el Maestro Ávila, santo y sabio.

Amén.