“Pascua: la luz y la fortaleza de la Fe”
✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León
Hermanos y hermanas, verdaderamente celebramos la Resurrección de Cristo. En esta mañana de luz pascual siempre evocamos el encuentro de Jesús Resucitado, el Hombre Nuevo, con la Virgen María, su Madre y nuestra Madre que cambia su luto por la alegría pascual.
Durante estos días santos hemos caminado hacia el Domingo de Resurrección siguiendo los pasos de Jesús en su subida a Jerusalén, donde entra triunfante; en su última cena y despedida con el gesto del lavatorio; en su Getsemaní de angustia y confianza plena en el Padre; en su prendimiento, traición, condena, flagelación, coronación de espinas, crucifixión y muerte en la cruz. Tras el desenclavo le hemos visto en el regazo de su Madre Dolorosa y Piadosa. Finalmente, hemos escuchado que ha sido puesto en un sepulcro nuevo. El mismo que encuentran vacío María Magdalena, Pedro y Juan, que llegó, entró, vio y creyó.
Ningún momento de la Semana Santa nos ha podido dejar impasibles y todos ellos están unidos en el encuentro con Jesucristo Resucitado.
Él es el Nazareno, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Nosotros estamos llamados a seguir sus pasos, vivir y ser como Él.
A él se refiere el apóstol Pablo en la carta a los Colosenses recordándonos que hemos recibido la vida nueva que nos abre los ojos a los bienes del Reino donde está Cristo, aunque no hayamos alcanzado aún la plenitud.
Recordemos los rostros de tantos hermanos y hermanas a lo largo de esta Semana Santa. Seguro que, si no en todos, en muchos hemos podido ver —además de un emotivo llanto por no poder procesionar— la huella de los misterios pascuales que hemos celebrado y estamos celebrando.
La Pascua de Jesús nos marca y trae siempre cambios que podemos haberlos experimentado ya o percibirlos durante el tiempo pascual que hoy se inaugura. Cuando Juan llega al sepulcro, entra, ve y cree recibe la luz y la fuerza de la fe pascual y la comparte con Pedro y María Magdalena, después con los demás seguidores de Jesús.
Nosotros hoy renovaremos esta fe con la oportunidad de recibir nuevamente la luz y la fuerza de la fe en Cristo Resucitado que disipa toda tiniebla y temor y nos hace caminar juntos sintiéndonos unidos con esperanza. Cada uno irá descubriéndolo a su tiempo y en comunidad podremos compartirlo, celebrarlo y anunciarlo para que quienes se sientan débiles en la vida puedan conocer el camino de la invencible vida nueva que Jesucristo nos ofrece.
Hermanos y hermanas: “No tengáis miedo. Ha resucitado” (Mc 16,6). Agradezcamos la luz y la fortaleza de la fe. Que este banquete eucarístico sea anticipo gozoso de la Pascua Plena y Eterna.
¡Feliz Pascua de Resurrección!
Amén.