2024 – Misa Crismal

“No temas, pequeño presbiterio (cf. Lc 12,32)”

✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León

Os saludo con el saludo de la comunión y la belleza de la unidad, queridos hermanos D. Julián, obispo emérito, presbíteros, diáconos, seminaristas, personas consagradas y laicas que participáis en este banquete de comunión fraterna del presbiterio diocesano y de toda la diócesis de León.

La voz del Señor nos conforta este miércoles santo al recordar que está sobre cada uno de nosotros y, por tanto, sobre nuestra comunidad diocesana. Nos sentimos alentados y sin temor porque nos ha ungido y nos envía, contando con nuestra fragilidad, a anunciar la grandeza de la salvación a los pequeños. Esta unción hoy la evocamos con la bendición de los óleos de los catecúmenos y los enfermos y la consagración del santo crisma.

Además, nos sentimos vivificados como “sacerdotes del Señor” y “ministros de nuestro Dios”, pues Él ha hecho con nosotros un pacto perpetuo con un salario de fidelidad que sellaremos una vez más con la renovación de las promesas sacerdotales.

Promesas que nos comprometen en este momento eclesial a ser pastores de la Iglesia que quiere dar relevancia a algunos signos discernidos en el proceso sinodal. Con este motivo voy a recordar ahora los siete que mencioné en la carta pastoral de comienzo de curso para edificar un valioso y fuerte «pequeño rebaño».

El signo de la dignidad común que deriva del bautismo, fundamento de la corresponsabilidad; el de la escucha del Espíritu, de la Palabra, de los acontecimientos y de los hermanos; el signo de la humildad; el del encuentro y diálogo entre bautizados; el signo de la acogida a todos; el signo de la liturgia, fuente de donde mana la fuerza de la Iglesia, sobre todo de la Eucaristía. Finalmente, el signo del discernimiento.

Son signos que hemos de cuidar y promover en las comunidades cristianas que se nos han encomendado con realismo, creatividad, esfuerzo y esperanza. Para lo que hemos de evitar todo lo que pueda rebajar las exigencias por indiferencia, desafecto, reduccionismo o ironía.

Acojamos y transmitamos este espíritu sinodal como ministros ordenados, ungidos y enviados a anunciar la Buena Nueva porque el Señor «nos ha hecho reino y sacerdotes para Dios» (Ap 1,6). Aunque seamos cada vez menos y más mayores, sintámonos presbiterio sostenido por el Buen Pastor que nos dice: «No temas, pequeño presbiterio de la diócesis de León» (cf. Lc 12,32). Agradezcamos y acojamos con esta confianza en el Señor los dos nuevos presbíteros que recibirán la ordenación el próximo 21 de abril, D.m.

Que este banquete eucarístico de comunión fraterna nos alimente y contribuya a fortalecernos y fortalecer los «pequeños rebaños» y, por consiguiente, la Iglesia sinodal diocesana en la que todos queremos que se cumpla hoy la Escritura que ha sido proclamada.

Amén.