2024 – Memoria del Inmaculado Corazón de la Bienaventurada Virgen María

50 años de profesión de M. Beatriz y sor Felicia

“Corazones guardados en el Inmaculado Corazón”

✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León

Celebramos esta acción de gracias en la memoria litúrgica del Inmaculado Corazón de la Bienaventurada Virgen María, portadora de la gracia del Espíritu Santo, que se manifiesta en la fe viva que actúa por medio de la caridad.

Igualmente, Madre Beatriz y sor Felicia han podido experimentar a lo largo de sus vidas como concepcionistas franciscanas la gracia del Espíritu Santo, manifestada en la fe que impulsa la caridad y va configurando el corazón con el de Jesús durante toda la vida, guardados en el de la Virgen María.

En el camino, el Señor les ha concedido desbordar de gozo con el Señor y alegrarse con Él, porque su vida consagrada, no sin esfuerzo, ha consistido en revestirse con un traje de gala y un manto de triunfo.

De esta manera, nuestras hermanas han podido ir descubriendo cómo realmente el conocimiento de Cristo Jesús colma los anhelos humanos, de tal modo que todo parece pérdida comparado con el tesoro de Jesucristo.

Un tesoro que recibimos en prenda en esta vida y, que Madre Beatriz y sor Felicia han descubierto a lo largo de estos 50 años buscando estar en las cosas del Padre, como Jesús, el niño de María y José. Lección que estamos llamados todos a aprender y practicar durante nuestra peregrinación humana.

El día de su profesión simple fueron amadas por el Señor, con quien ya estaban unidas, de tal forma que recibieron una unión singular de amor y entrega, como para sentirse desaparecidas en el Señor, igual que una gota de agua en el océano, hasta el punto de percibirse ellas mismas océano, pues el Señor lo hace así con su poder.

Este conocimiento de desposorio místico con el Señor, como toda la sabiduría divina, está reservado para la gente sencilla y humilde. Aquella que podrá alegrarse al ver su nombre inscrito en el cielo, como san Francisco de Asís y Santa Beatriz de Silva.

Con el corazón agradecido por Madre Beatriz y sor Felicia, por sus hermanas de comunidad y con ellas, pidamos al Señor el don de la humildad, de la sencillez, propio de Corazón Grande como el de la Virgen. Un don precioso que lleva a comprender la sabiduría de Dios y transmitir su paz y consuelo a quienes están cansados y agobiados y vienen a pediros oraciones por sus fatigas y anhelos.

Madre Beatriz y sor Felicia renuevan hoy su confianza en el amor de Dios, derramado en su corazón, y están invitadas a pedir con una oración constante que llegue a buen término la vida concepcionista franciscana que comenzaron unidas al Señor.

Hermanas, vuestra constancia hará que Él inscriba vuestros nombres en el cielo como ya lo ha hecho aquí en la tierra y los guarde en el Corazón Inmaculado de la Bienaventurada Virgen María.

Amén.