«Servir en lo pequeño con corazón grande»
✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León
Hermanos y hermanas, es un gozo celebrar este encuentro, aunque no hayamos podido hacerlo en Campo Sagrado, para dar gracias a Dios por vuestra entrega y renovar fuerzas para continuar la alegre senda de comunión fraterna, evangelización misionera, y misión samaritana. Y lo hacemos en una memoria litúrgica que es fiesta de la cordialidad, del Corazón de María, después de celebrar la del Corazón de Jesús ayer. En consecuencia, podemos decir que queremos servir en lo pequeño con corazón grande.
En el eco de la Palabra que hemos escuchado, encontramos que la fe y el amor moldean un corazón a semejanza del de Cristo Buen Pastor, Buen Samaritano, un Corazón que sabe acoger y guardar la Palabra de Vida como el de María Virgen y Madre.
Ese servicio de corazón configura nuestra vida, porque nos define y conforma dedicar a otros nuestro tiempo y nuestros talentos por la fe y la vocación que hemos recibido. Una vida que está llamada a afrontar las vicisitudes de la existencia humana con alegría.
Alégrate, dice el ángel Gabriel a María. Alégrate nos dice el Señor a nosotros cuando pronuncia nuestro nombre y nos convoca a su seguimiento como bautizados para dedicarnos a las cosas del Padre, las que quizá no comprenden algunos que ven lo que hacemos, pero otros sí.
Desbordo de gozo con el Señor y me alegro con mi Dios, “se alegra mi espíritu en Dios mi salvador”, profetiza Isaías y proclama María, porque el Señor ha hecho con ella una alianza preñada de salvación para la humanidad.
Mi corazón se regocija en el Señor, gozo con tu salvación, estamos invitados a decir nosotros porque Él también ha sellado una Alianza con nosotros. Una Alianza que nos ciñe de valor en tiempos de temor. Una Alianza que hace brotar la justicia en tiempos de injusticia. Una Alianza que hace surgir la vida fecunda en tiempos de esterilidad. Una Alianza que deja huellas de misericordia en tiempos inmisericordes. Una Alianza que nos hace grandes, por ser herederos del Reino, en tiempos de pequeñez.
Nos conviene mantener y fortalecer esta Alianza en la comunión de la Iglesia, de la diócesis, del arciprestazgo, de la parroquia, de la unidad pastoral o agrupación, del grupo, de la cofradía, de la comunidad. Nos conviene esta alianza que es sinodal y tiene que reflejarse en cada proyecto de área, en las celebraciones y en la oración común, en la formación imprescindible y en el compromiso histórico irrenunciable.
Virgen y Madre, toda ella corazón, guarda nuestras vidas en su Corazón Inmaculado, vencedor de todo mal, garante del bien, de la verdad, de la justicia, del amor, de la paz, de la misericordia y de la libertad interior de hijos e hijas de Dios y suyos, de su Corazón.
Hermanos y hermanas, vosotros ponéis el corazón en la fraternidad, la evangelización y la misión samaritana. Estáis en las cosas del Padre y podéis enriqueceros guardando cuanto hacéis en el corazón, para que vuestras obras se hagan con manos cordiales, cercanas, próximas.
Que nada os impida gozar de una alegría de corazón, una alegría como la que Dios regala a María en Alianza Eterna. Esa alegría que podemos encontrar contemplando el Corazón de María para descubrir el fuego del amor compasivo y misericordioso del Padre manifestado en Cristo por el Espíritu que se nos ha dado, para que cada vez caminemos mejor juntos —caminemos más juntos— sirviendo en lo pequeño con corazón grande.
Amén.