2024 – Fiesta de la Sagrada Familia. Jubileo Ordinario 2025

«Iglesia, familia de familias, pueblo de la esperanza»

✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León

«¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?» (Lc 2,49). Como familia diocesana, con el patrocinio de la Sagrada Familia, hemos peregrinado hasta nuestra catedral buscando al Señor, esperanza que no defrauda (cf. Rm 5,5), en esta Pascua de Navidad. Él se encuentra siempre en las cosas del Padre y desde su nacimiento nos demuestra que la esperanza ha nacido en esta tierra, ha tomado forma humana por la misericordia divina.

En el Jubileo Ordinario de 2025, cada uno de nosotros está llamado a entrar en el misterio de gracia que es Jesucristo, nuestra esperanza. No cejemos en nuestra búsqueda del Señor ni en la misión de llevar esperanza donde se ha perdido, donde falta y hagámoslo juntos en familia de familias, pueblo sinodal de la esperanza, «como granos que hacen el mismo pan». En comunión con todos los bautizados, de lejos y de cerca, renovemos la esperanza cada uno, con la firme decisión de caminar con el resto de los miembros del pueblo de Dios siendo misioneros de la esperanza.

Tengamos presente la desesperación de tantas personas —de tantas familias— a causa de las guerras, las violencias de todo tipo, las migraciones, las enfermedades sin medios de curación, la injusticia, el hambre, la pérdida de libertad, la soledad no deseada, la vida y la muerte sin sentido. Pensemos en la desesperanza que experimentaron María y José cuando creían haber perdido a Jesús. Démonos cuenta de lo que nos supone perder a quien es la esperanza y cuidemos nuestro encuentro con el Señor y con los hermanos en la fe y el amor, cada uno desde su vocación, pues todos hemos sido ofrecidos como Samuel y el Señor nos convoca para servir y nos ama llamándonos hijos.

Vayamos jubilosos y raudos donde haya hambre para dar el pan de la esperanza que encontramos en Jesucristo; pan de vida, de buena nueva, de amor, de perdón, de alegría y de paz. Llevemos la esperanza a quienes más la necesiten practicando la misericordia y provocando signos esperanzadores. E insisto, hagámoslo «como granos que forman el mismo pan», pueblo de Dios sinodal; como «Iglesia, familia de familias, pueblo de la esperanza» que se distingue por vivir el amor fraterno.

La Virgen del Camino, Señora de la Esperanza de León, nos ofrece a Cristo vivo y glorioso, Spes non confundit. Ponemos bajo su amparo a cada una de nuestras familias y a la Iglesia diocesana, familia de familias, en este camino jubilar que hoy iniciamos juntos. Caminando con María hallamos y anunciamos a Jesucristo, esperanza que no defrauda, y que se hace presente de modo especial en la Eucaristía, fuente y culmen de nuestra vida cristiana; fuente y culmen de la esperanza.

Amén.