“Hermoso redil de un pequeño rebaño”
✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León
Queridos hermanos y hermanas: alabamos el nombre del Señor en su casa de oración, donde queremos habitar con Él, que se ha quedado con nosotros para siempre.
Celebramos hoy la dedicación de nuestra iglesia-catedral que simboliza la Diócesis de León. Iglesia particular de piedras vivas y cristales relucientes con colores carismáticos, ministeriales y serviciales, que, en torno a Jesucristo, piedra angular, construyen nuestra morada espiritual en la que nos sabemos acogidos, protegidos y acompañados por el Buen Pastor como pequeño y cuidado rebaño (cf. Lc 12,32).
En consecuencia, somos y nos sentimos corresponsables de su edificación en la comunión fraterna, la evangelización misionera y la misión samaritana. Así nos comprometemos como Iglesia sinodal en misión.
El pueblo de Dios que peregrina en la diócesis de León quiere mostrar a Cristo, piedra angular, elegida y preciosa con la seguridad de que quien cree en Él no quedará defraudado (cf. 1ª Pe 2,6). Él es el que hace de nosotros un pueblo elegido que ha de crecer y desterrar, como las mesas de los cambistas del templo de Jerusalén, toda actitud contraria a la dignidad, justicia, caridad y libertad en la comunidad cristiana que formamos. Porque nuestra Iglesia viva quiere ser un recinto de verdad y de amor, de libertad, de paz, de justicia y de unidad para que todos encuentren en ella un motivo para seguir esperando (cf. Plegaria eucarística V/B: “Jesús, nuestro camino”).
Demos gracias al Señor Jesús en esta Eucaristía por haber levantado el templo de su cuerpo, la Iglesia viva, que vemos representado en este lugar de Dios que es la catedral de León, hermoso redil de su pequeño rebaño que se siente libre de temores y abundantemente enriquecido porque es heredero del Reino de Dios.
Amén.