2024 – Colación de Lectorado y Acolitado

«¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!» (1ªCor 9,16)

✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León

La fiesta de la conversión de san Pablo es un marco muy apropiado para que estos hermanos nuestros vean confirmada su llamada al ser instituidos en un nuevo ministerio como un paso importante en su vocación presbiteral. Genaro como lector y Rommel Andrés, Ricardo José y José Ramón como acólitos.

El apóstol Pablo os invita a realizar un viaje existencial y ministerial en el que debéis descubrir más y mejor al Señor Jesús. No tengáis miedo de orar diciendo: “¿Quién eres Señor? ¿Qué debo hacer?”. Escuchad al Señor que os responde y os dice: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación». […] Creed e invitad a creer para liberar de esclavitudes por la fe en Jesucristo, para sortear todo tipo de peligros, para dejaros sanar y sanar a otros.

En definitiva, no temáis recibir la fuerza de lo alto hasta llenaros del Espíritu Santo y experimentar como el apóstol Pablo, con gozo: «El hecho de predicar no es para mí motivo de orgullo. No tengo más remedio y, ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio!» (1ªCor 9,16).

Los ministerios que recibís hoy os mantienen disponibles y encendidos en la Palabra y la Eucaristía preparándoos para recibir el sacramento del orden siempre impelidos a anunciar el Evangelio de palabra y de obra.

Genaro, al recibir el ministerio del lectorado acrecienta tu cercanía con la Palabra, es decir, con Jesucristo, Palabra del Padre, que te descolocará siempre como a Pablo y te hará cambiar de rumbo para seguir el camino del Señor, no el tuyo propio y enseñar a otros a transitar esa senda. Que la novedad de la Palabra que tú has de descubrir escuchándola, amándola y conservándola en el corazón, siendo para siempre su servidor, se la muestres a otros para que se encuentren con Cristo.

Vosotros, José Ramón, Ricardo José, Rommel Andrés, tras el ministerio del lectorado recibís ahora la misión de colaborar con los presbíteros y diáconos y distribuir como ministros extraordinarios la Sagrada Comunión a los fieles, incluso llevarla a los enfermos.

Os invito a experimentar, de una forma más profunda, la fuerza de la Eucaristía para construir la comunión fraterna entre nosotros y con todos los cristianos. No olvidemos que estamos en la Semana de Oración por la Unidad y que por la unidad debemos orar y trabajar siempre.

Igualmente os exhorto a tomar fuerza de la Eucaristía para realizar la misión evangelizadora comenzando por quienes ahora tenéis cerca, pero sintiéndoos enviados como Pablo a los gentiles que han de descubrir los signos liberadores que acompañan a quienes son instituidos ministros y enviados a proclamar el Evangelio a toda la creación.

Que la celebración de esta Eucaristía y la institución de estos ministerios de lectorado y acolitado os confirme en la vocación al sacerdocio ministerial a vosotros cuatro y nos aliente a todos a evangelizar irremediable e irrenunciablemente como al apóstol Pablo —«¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!» (1ªCor 9,16)—, buscando siempre a algún Ananías de estos tiempos que nos haga recobrar o mejorar la vista evangélica.

Amén.