XXVII Domingo del Tiempo Ordinario
✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León
Queridos hermanos y hermanas. El comienzo del ministerio pastoral de vuestro nuevo párroco D. José Luis García, al que ayudará como presbítero D. Ramón Canseco, es un momento de gracia que nos ha de ayudar a renovarnos para dar fruto. Les agradezco a los dos su disponibilidad.
La Palabra de Dios hoy nos invita a ser un pueblo que produzca fruto. Podemos pensar que la parábola de los «viñadores homicidas» es la más dura que Jesús pronunció contra los dirigentes religiosos de su pueblo.
Los protagonistas de mayor relieve son, sin duda, los labradores encargados de trabajar la viña. Su actuación es siniestra. No se parecen en absoluto al dueño que cuida la viña con solicitud y amor para que no carezca de nada. No aceptan al señor al que pertenece la viña. Quieren ser ellos los únicos dueños. Uno tras otro, van eliminando a los siervos que él les envía con paciencia increíble.
Y para colmo, no respetan ni a su hijo. Cuando llega, lo «echan fuera de la viña» y lo matan.
Su única obsesión es «quedarse con la herencia», dominar la propiedad, adueñarse de ella, aunque sea asesinando o de cualquier otra forma ilícita, corrupta y perversa.
¿Qué puede hacer el dueño? Terminar con estos viñadores y entregar su viña a otros «que le entreguen los frutos». Cuidado, no seamos nosotros estos malos viñadores. Jesús dice que la viña será entregada a «un pueblo que produzca frutos», pero no un pueblo de dueños, sino de humildes trabajadores, porque solo el Señor Dios es el dueño. Nosotros podemos ser esos trabajadores de la viña, del Reino de Dios. El reino está en «el pueblo que produce frutos» de justicia, compasión y defensa de los últimos.
Por eso debemos ser cuidadosos para no sentirnos ninguno dueño de la viña, de tal modo que incluso echemos fuera al Hijo, ahogando su Espíritu. Del mismo modo, ni el párroco ni ninguno de vosotros actuéis como dueños, sino como humildes trabajadores y administradores de esta comunidad viva en san Juan de Regla que estáis llamados a construir como adelanto del Reino de Dios en la tierra.
Por tanto, vuestra comunidad ha de ser una comunidad abierta, para que otros trabajadores de la viña puedan también cuidar esta parcela con vosotros y vosotros con ellos, en esta parte de la viña del Señor. Las parroquias del Torío de las que también es párroco D. José Luis y en las que colabora D. Ramón, están llamadas a unirse a vosotros en espíritu y en verdad para crecer más juntos, con las puertas abiertas, con la fraternidad en construcción permanente. D. José Luis, D. Ramón, hermanas y hermanos, cuidad esta hermosa parcela de la Viña del Señor.
Amén.