2023 – Solemnidad de la Inmaculada Concepción – Catedral

«Kecharitomene»

✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León

Queridos hermanos y hermanas. El Señor viene sin tardar a liberarnos y nos da confianza que la Virgen Madre del Redentor también venga en nuestra ayuda para que nos levantemos personalmente y como pueblo de Dios, de modo que dejemos de hacer el mal que no queremos (cf. Rm 7,19), con el auxilio de la ternura materna de María, don de Dios de inapreciable valor.

La solemnidad de la Inmaculada Concepción es siempre una celebración de gracia y confianza y su figura es imagen de la Iglesia peregrina.

Al recibir el saludo del ángel Gabriel, María escuchó una alabanza, que es otra forma de llamarla inmaculada, preparada para el triunfo del bien: kecharitomene, la «llena de gracia».

Es el saludo que queremos escuchar hoy nosotros como pueblo de Dios en camino para dejar la vieja condición del pecado y adquirir la novedad de hijos e hijas de Dios por la gracia.

La llena de gracia, la Inmaculada, suscita resonancias profundas en nosotros, anhelos y aspiraciones de esa nueva vida en el Espíritu que podemos y debemos conseguir. Nos sentimos atraídos por la frescura, la inocencia, la liberación del pecado, el triunfo sobre el mal y su condena, de aquella mujer en la que se hizo realidad plena la santidad a la que el corazón humano se ha de sentir elegido y destinado en el encuentro con Cristo. Para formar un pueblo que quiere levantarse de guerras, odios, condenas, violencia, egoísmo, individualismo y todos los ismos que destruyen al ser humano.

No debemos desesperarnos si hallamos en nosotros y en nuestro mundo miseria. La Llena de Gracia nos invita a confiar en la verdad y la bondad de Dios para recuperar o conocer la esperanza por medio de ella a través de quien se encarna: el Hijo de Dios, Jesucristo, nuestro Señor.

Por ello proclamamos que María Inmaculada, como hemos escuchado en la carta a los Efesios, «en la persona de Cristo» fue bendecida plenamente con toda clase de bienes espirituales y celestiales «en la persona de Cristo», por los méritos de Cristo, por el que nos viene la redención.

San Justino mártir afirma que María, al aceptar el mensaje del ángel Gabriel, concibió «fe y alegría». En la Madre de Jesús, la fe ha dado su mejor fruto, y cuando nuestra vida espiritual da fruto, nos llenamos de alegría, que es el signo más evidente de la grandeza de la fe (cf. LF 58).

Ante los males de nuestros días que nos producen desconfianza y tristeza, incertidumbres y miedos, contemplemos a la Inmaculada respondiendo sí al plan de Dios para traernos confianza y alegría.

Escuchemos la Palabra y digamos también sí para acercarnos más al Reino; para continuar preparando el camino que necesita nuestro mundo: el proyecto de salvación de Dios para la humanidad, que quiere contar con la libre adhesión de cada persona humana, como contó con el sí incondicional de la Virgen María, la llena de gracia.

Madre del Redentor, estrella de la esperanza, Virgen Inmaculada, ruega por nosotros a Dios.

Amén.