2023 – Lunes II Semana de Cuaresma

«Misericordia en la acción y en la contemplación»

✠ Luis Ángel de las Heras, CMF
Obispo de León

Sr. Arzobispo de Oviedo, Sr. Obispo de Santander, Sr. Abad y Cabildo de San Isidoro, presbíteros de la Provincia Eclesiástica de Oviedo, Santander, Astorga y León, hermanos y hermanas todos.

La Palabra de Dios que nos propone meditar hoy la Iglesia en el camino cuaresmal nos recuerda nuestra condición de pecadores. Aunque nos sintamos abrumados por el peso de nuestras culpas, no hemos de permanecer paralizados, sino, al contrario, encaminar nuestro corazón a la conversión bajo la mirada compasiva del Señor. Él se mueve a misericordia ante el más mínimo asomo de nuestro arrepentimiento. Nunca nos trata como pensamos humanamente que merecen nuestros pecados.

El texto evangélico de Lucas con estas ricas enseñanzas de Jesús dirigidas al corazón humano, nos hace recapacitar en lo que supone compartir el dolor, nuestra vulnerabilidad y, en consecuencia, practicar la misericordia, pues no hay otro camino ni otro descanso para llegar a Dios ni para reconciliarnos con Él, afirma san Agustín.

La misericordia que nos acerca al Padre es, además, signo para saber si somos verdaderamente hijos de Dios y, en consecuencia, hermanos entre nosotros. Por tanto, no juzgar, no condenar, perdonar, dar, medir con medida generosa, es expresión de la misericordia del Padre y de todo cristiano.

Hoy, en el aniversario de la dedicación de esta basílica de san Isidoro, damos gracias a Dios por esta casa de Dios y de su misericordia. En ella, como nos enseña san Isidoro, venimos a buscar el auxilio misericordioso de la oración ante el Santísimo Sacramento, lejos de cualquier exilio de aristocracia interior. Aquí, buscamos el descanso de la contemplación cuando antes nos hemos entrenado en la vida activa que también ha de fortalecernos en nuestra vocación y misión.

Para todos, por supuesto para los sacerdotes, ambas formas de vida —acción y contemplación— se armonizan y complementan si aprendemos a alternarlas, siguiendo el ejemplo de Cristo que se dedica a hacer signos y milagros como también se retira a orar en la montaña o durante la noche. Por eso, como san Isidoro y muchos otros santos han descubierto, debemos dedicarnos a la contemplación sin renunciar a la vida activa. Hemos de cultivar un trato cercano con Dios en la oración y en la lectura de su Palabra, al mismo tiempo que dedicamos un generoso servicio a la comunidad humana y al prójimo (cf. Differentiarum Lib. II, 134, 135: PL 83, col 91 B y C).

Que esta Eucaristía sea celebración de la misericordia de Dios Padre y de la misericordia de los hermanos, invitados al banquete de la acción y la contemplación en la Casa dedicada al Señor. Que, de este modo, seamos también nosotros templo suyo, portadores del Altísimo, capaces de llevar su mensaje a cuantos se acerquen a nosotros; capaces de acercar nosotros el mensaje de Jesús a cuantos pueden algún día tener la alegría de encontrarse con Él.

Amén.